jueves, 28 de julio de 2011

EL ENVERO

Godojos era un pueblo que su economía dependía de la viña en casi su totalidad. Por este motivo no es de extrañar que muchos de sus habitantes, preocupados por sus cosechas visitasen asiduamente sus viñedos.
Dice un refrán: “Por Santiago y santa Ana pintan las uva, en la Virgen de Agosto, ya están maduras”. Yo recuerdo, efectivamente, haber visto a hombres del pueblo, que el día de Santiago, que entonces era fiesta de guardar, habían salido al campo por hacer algo antes de misa, regresar con algún racimo de uva, verde toda vía, pero en el que ya aparecían una docena de granos maduros.
El envero era una buena noticia, significaba que pronto podríamos salir a las viñas más próximas al pueblo y coger uvas. Si había uvas estaban solucionadas varias comidas al día y por supuesto el postre. Un racimo de uvas con un buen trozo de pan era un buen almuerzo o una buena merienda. Unas migas en las que se desgranaban abundantes granos de uvas estaban más ricas y sabrosas. Hasta los galgos, delgados y famélicos, se acercaban a las cepas y comían abundantes uvas para matar el hambre.   
Bendita uva, bendito envero que tantos problemas alimenticios solucionaste en Godojos en tiempos difíciles de racionamiento y escasez. Una vez que maduraban la uvas, ya sabíamos buscar aquellas más sabrosas o más vistosas: las dulces de moscatel, las frescas y jugosas de robal, las apretujadas, pero sabrosas de garnacha o las más vistosas de “sangreliebre”, colgadero o “cojón de gato”.
Solamente son recuerdos de aquellos tiempos duros, pero entrañables de la vida en nuestro querido pueblo  Godojos.
Desde MIAMI PLAYA. CARLOS ALDA 

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