miércoles, 1 de julio de 2015

ADIÓS A BIENVENIDO CUERDA

El domingo, día 28 de junio, los habitantes de Godojos dijeron adiós a Bienvenido. Bienvenido era una persona importante en Godojos. Toda su vida había vivido en el pueblo con su mujer, y en el pueblo nacieron también sus hijas y su hijo. Su presencia en el bar todas las tardes era un referente. Los que vamos al pueblo, de cuando en cuando, lo echaremos de menos, como echaríamos de menos no encontrar el castillo, la ermita de san Jorge o de santa Ana. Las personas desaparecemos, los edificios continúan.
Lo recuerdo, cuando yo era niño, que vivía en la cuesta del castillo con su madre la tía Juana y con su hermano Pedro Cuerda, el famoso y querido “Cascarillas”, que tantos ratos buenos nos hizo pasar con la facilidad que tenía para inventar canciones o imitar la forma de hablar de las personas.
Bienvenido fue siempre una persona sencilla y trabajadora, amante de su pueblo y amigo de sus amigos. Vivió feliz rodeado de los suyos y de sus amigos. Yo desde aquí doy mis condolencias a sus familiares y pido una oración a la Virgen de esperanza, su vecina, por él.
Adiós, Bienvenido. Te echaremos de menos cada vez que vayamos a Godojos.    
ZARAGOZA 1 DE JULIO DE 2015

CARLOS ALDA

LOS VERANOS DE GODOJOS

Tengo suerte. Mis recuerdos de Godojos son todos buenos. Los veranos eran calurosos y divertidos. Es cierto que, ya siendo niños, teníamos que trabajar y ayudar a nuestros padres en las labores relacionadas con el campo y con la recolección de las cosechas.  ¿Quién  no recuerda los tiempos de “RAYAR”? EL CAMPO DE Godojos se llenaba de hombres, mujeres, niños, animales y toda clase de sombreros y canciones. Uno a uno íbamos despuntando los pámpanos y quitando cantidad de brotes, para que las uvas engordasen más. Era un tiempo alegre amenizado por alguna tormenta y por la consiguiente barrancada. Las mujeres, sobre todo las mocicas, protestaban por tener que ir a rayar. Echaban la culpa de este nuevo trabajo al tío Jacobo, se ve que gracias a él se empezó a rayar en Godojos, trabajo importante para que engordasen laS uvas quitando la exuberancia de los pámpanos.
Pocas fiestas se celebraban en estos meses. Había pasado san Gregorio y en junio celebrábamos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta era muy importante en Godojos. Siendo alcalde mi Padre, Ildefonso Alda y teniente de alcalde, Cipriano Borque, se decidió  traer una banda de música que acompañara los numerosos actos litúrgicos, sobre todo la misa y la procesión, que amenizara el baile del vermut, a medio día, y que distrajera a todos con los bailes de la tarde y de la noche. Era un descanso necesario en medio de las faenas de la siega. Yo era muy pequeño, pero mi abuelo Royo murió la víspera del Sagrado Corazón  de Jesús, recuerdo que lo enterraron y tocó la banda de música, canciones tristes en el entierro. En Godojos se tenía mucha devoción al Sagrado Corazón de Jesús, en muchas puertas estaba su imagen y la plaza principal del pueblo lleva su nombre.
Después del Sagrado Corazón de Jesús se celebraba, en plena vorágine de la cosecha, la fiesta de san Lamberto. Los cofrades la disfrutaban a tope. Pasaban los gaiteros de Ibdes, con su tambor y su clarinete, que acompañaban a los cofrades en sus desplazamientos y que después montaban un gran baile en la plaza, tanto por la tarde como por la noche. En Godojos, en aquellos tiempos se bailaba mucho, nadie se perdía una pieza. Más de una pareja de novios salió gracias a estos bailes. Los cofrades de san Lamberto tenían una finca y disfrutaban de sus beneficios.
Mis recuerdos de finales del mes de junio se sitúan en los cerezos que tenía mi abuelo en una finca del barranco. ¡Qué cerezas más ricas! Con mis vecinas, “Las Elías”, íbamos de madrugada y traíamos llenas unas cestas blancas y grandes que era donde se guardaba la ropa. Recuerdo también la madrugada del día de san Pedro. Se tomaba chocolate en la fuente de Santa Ana y algunas casas, donde había mozas casaderas, aparecían adornadas con ramos de flores y ramas olorosas o con enormes cardos borriqueros, dependiendo de la amabilidad de la moza que la habitaba.
Mientras tanto, en los días ordinarios, los hombres de Godojos se dedicaban a segar, acarrear la cebada y el trigo, también el centeno y la avena y a trillarlos en las numerosas eras. Las zonas de la eras  se convertía en un hervidero. Hombres, mujeres, niños y niñas pasábamos casi todo el día allí. Se cantaba, se pasaba mucho calor, se merendaba y cuando bajábamos a comer, llenábamos el botijo en la fuente de la plaza, con agua fresquita, fresquita y nos echábamos un maravilloso trago y si había suerte una gaseosa del tigre o de la Samaritana.
Si amenazaba tormenta rápidamente se recogía la parva con la rastrera y con los rastros y se formaba el montón. Después había que aventarlo. Todos esperábamos que se moviese el aire “Solano”. Los hombres aventaban con las horcas, y las mujeres can sus cribas o cribones dejaban la cebada o el trigo limpios de polvo y paja. Después había que meterlo en talegas, en cada talega se metían cuatro medias, y dos talegas, o sea ocho medias, formaban un caíz. Qué curioso, en Godojos se usaba esta medida que era una medida de origen árabe. Lo peor ocurría cuando estas talegas había que subirlas al granero, que estaba en lo más alto de la casa. ¡Cuánto trabajo! Si se dejaba el trigo en la era, esa noche se dormía al raso, allí mismo, para guardarlo. Los chicos disfrutábamos acompañando a nuestro padre en semejante tarea. ¡Cómo brillaba el cielo estrellado!  ¡Qué cantidad de sonidos se percibían en las eras! El monótono grigri de los grillos, el cucu de los sapos, algunos aullidos de los perros o de los zorros, los maullidos de los gatos… era muy bonito. Nos tapábamos con una manta y dormíamos hasta el amanecer. Ver la salida del sol, redondo, redondo y lleno de luz, era un premio.
A los chicos no nos importaba trillar ni revolcarnos en la paja. Para quitarnos el picor teníamos los estanques del tío Pascual o del tío Luis en la fuente de Santa Ana.
Escaparnos de la siesta y bajar a bañarnos, con toda solina, era nuestro  deporte preferido. También de paso intentábamos buscar nidos de “picarazas”, ya que el secretario nos pagaba cada huevo a seis perricas. Las guardábamos la pandilla hasta que nos podíamos repartir  por lo menos un duro para cada uno.
Una vez que terminaban las labores el campo venía la siega del espliego. Un año fuimos con nuestros padres: Ildefonso, Cipriano y Pedro Castejón, Perico,  y sacamos dinero para ir a la feria de Calatayud y ver torear a Chamaco.
En Agosto, cuando ya se habían terminado las labores de las eras, y hasta se habían trillado y recogido las granzas, se celebraba la fiesta de san Lorenzo. Estábamos ya en el día diez. Los ricos del pueblo pertenecían a esta cofradía. Había dos días de funciones religiosas y de bailes con los gaiteros. Siempre hacía mucho calor y relacionábamos a san Lorenzo, que fue asado en unas parrillas, con el calor del verano. En el pueblo el calor se pasaba relativamente bien. Las casa eran fresca, porque muchos de sus muros eran recios, de adobe o de tapial; el agua de la fuente era fresquísima y el vino de las bodegas se mantenía a una temperatura ideal. Por las noches, se sacaban unas sillitas pequeñas y en las puertas de las casa se mantenían animadas tertulias, mientras se tomaba la fresca. Algunos creen que las tertulias es un invento reciente de los medios de comunicación, eso es porque no conocen las costumbres ancestrales de Godojos.
San Roque es el santo más venerado en los pueblos de Aragón. La Virgen de Agosto y san Roque se celebraban con mucha solemnidad en Alhama de Aragón. Muchos pasábamos, por lo menos una tarde, para ver el baile de los gigantes y correr perseguidos por los cabezudos. Nos llamaba la atención lo caliente que salía el agua en las fuentes públicas, nada que ver con lo fresca que salía en la fuente de la plaza de nuestro pueblo.
Lo que quedaba del mes de agosto y medio septiembre se pasaba vagueando en el pueblo. Algunas veces nos hacían madrugar y nos llevaban a quitar cerones en las viñas. Los chicos pasábamos el tiempo entre los estanques y la morera que la Señora Gaudiosa tenía en el regachón. En septiembre ya las cosas cambiaban. Había higos, ciruelas, melocotones, uvas… Los higos más frescos estaban en el jardín de la Iglesia, que en sus tiempos fue cementerio. Muchos no los querían probar por este motivo, pero a fe que eran buenos.
Dos fiestas se celebraban en septiembre: La Virgen y la Cruz. Ambas tenían sus cofradías y se traían a los gaiteros. La Virgen coincidía con las ferias de Calatayud. Muchos godojeños y godojeñas viajaban allí para ver las vaquillas o alguna corrida de toros. Se aprovechaba el viaje para comprar alguna caballería o aperos y cuerdas necesarias para el campo. En la fiesta de la Cruz se sacaba vino a la plaza y todo aquel que quería lo bebía gratis. Alguna melopea se cogía por este motivo.
Esto son recuerdos de Godojos. Eso ya es historia. Actualmente se va al pueblo a descansar, a disfrutar del fresquito de sus bodegas, del buen ambiente que se forma en el bar, donde se puede disfrutar de unos pinchos excelentes, y de riquísimas y sabrosísimas  chuletillas asadas con sarmientos en los hogares de las bodegas.
Un placer único es madrugar un poco, subir hasta el enebro de Matarredonda y disfrutar de un sencillo almuerzo contemplando el paisaje a la vez que sentimos el frescor de la suave brisa que sopla bajo la sombra del centenario y querido árbol. Yo invito a que, al menos una vez, se viva esta experiencia en Godojos.
ZARAGOZA, VERANO DE 2015-07-01
CARLOS ALDA