miércoles, 23 de diciembre de 2015

VIRGEN DE ESPERANZA

Por fin llegó la fiesta de la Virgen de Esperanza. A la Virgen de Esperanza se le llama también MARÍA DE LA OH, como esa canción tan bonita. El origen de este segundo nombre es fácil. Las antífonas mayores, que cantaban los frailes en maitines, empezaban todas por la exclamación ¡OH! De ahí el origen del nombre. Nosotros nos quedaremos con el nombre tan querido en Godojos de NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA.
La víspera de la fiesta se encendió la gran hoguera en la bajada de la fuente. Antes los mozos hacían una pequeña hoguera junto a la puerta de la ermita y asaban unas vulgares  patatas. Ahora se asan chuletas, papada, chorizos, longaniza… y tal vez alguna patata. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Aunque me dijeron que alguien llevó unas patatas ya asadas y que los participantes las degustaron mientras se consumía el fuego y que les supieron a gloria.
El día de la fiesta salió un día precioso, más primaveral que los invernales días que yo recuerdo cuando era chico. La misa en la ermita estuvo concurrida, conté cincuenta y tres asistentes. Las buenas y entonadas voces de Celia, su amiga de Alhama, Conchita… y otras muchas dieron solemnidad a la celebración. El cura Felipe habló con sencillas y sentidas palabras de María de la Esperanza. Al final de la misa dijo con entusiasmo “VIVA LA VIRGEN DE ESPERANZA” y todos contestamos con fuerza:”VIVA”. La Virgen estaba en su camerino adornada de flores bonitas y frescas. El altar barroco acogía a la imagen de María escoltada por san Antonio de Padua a la izquierda, san Jorge a la derecha y san José en la parte más alta del altar. Al final de la misa muchas de las asistentes quisieron perpetuar el momento y se hicieron una foto junto a la Virgen. Bonito recuerdo de una fiesta estupenda.
Al salir de misa nos esperaba un conjunto de gaiteros, que con melodías agradables, nos acompañó hasta el salón donde íbamos a celebrar el banquete popular.  Buenos banquetes se celebran en Godojos. En las mesas se encontraban platos y platos de jamón, chorizo, salchichón, queso… y muchas más cosas. Todos dimos cuenta de ellos con buen apetito. Cuando ya casi estaban limpias las mesas, aparecieron los platos de judías con abundantes tropezones. Estaban muy buenas, aunque algunas  mujeres dijeron que eran francamente mejorables. No faltó el vino, ni las cervezas, ni las coca colas ni otras bebidas carbónicas. Al final sacaron unos trozos de tarta que nos sirvieron de postre. Si en misa estábamos cincuenta y tres en el banquete estuvimos más de setenta. Pero todo se realizó con una hermandad y armonía admirables.
Todos los años deberíamos apuntarnos a la celebración de esta fiesta. Además de recordar los tiempos en que Godojos estaba bien poblado y en la ermita no cabía la gente, porque todos los godojeños sentían algo muy íntimo y suyo por su Virgen y así se lo demostraban, los que quedamos y sentimos lo mismo deberíamos manifestarlo con alegría e ilusión.
Después de esta convivencia en el salón muchos nos juntamos en el maravilloso bar del pueblo, donde jugamos a las cartas, bebimos y charlamos en verdadera armonía.
La fiesta de la Esperanza siempre ha sido un preludio de la de Navidad. Desde estas líneas felicito la Navidad a todos los amantes de Godojos, y les deseo que el Niño Jesús les llene de alegría, y que cada uno  sepa repartirla entre aquellos a los que quiere y a su vez  la reciban abundantemente. ¡FELIZ NAVIDAD! ¡VENTUROSO AÑO 2016!
ZARAGOZA, 22 DE DICIEMBRE DE 2016

CARLOS ALDA 


 

martes, 22 de diciembre de 2015

FALLECE ESTANISLAO LÓPEZ, NATURAL DE GODOJOS

Este miércoles, día dieciséis, quedamos en vernos de nuevo en el mismo sitio, pero lo suspendimos porque le comunicaron a Jesús Borque el fallecimiento de su tío Estanislao.
Estanislao López falleció el martes  día quince de diciembre. Tenía noventa y dos años y vivía en Zaragoza con su mujer y dos de sus hijos. Otros dos habían fallecido ya.
Yo recuerdo que Estanislao, hijo del tío Antonio, el carnicero, y de la tía Nicolasa, llevó el bar del pueblo cuando lo dejó su cuñado José Cebolla. Los chicos nos refugiábamos en el bar algunas tardes de los domingos más fríos del invierno. Nos comprábamos tres galletas vainilla, que valían una peseta y jugábamos a las cartas con una baraja vieja, rodeados de una atmósfera cálida, pero llena de humo, ya que entonces se fumaba mucho.
Estanislao atendía el bar ayudado por su señora que se llamaba Victoria. Era una joven mujer guapa, que Estanislao había conocido en un pueblo cercano llamado Viller. Tuvieron cuatro hijos. Yo del único que me recuerdo es del mayor de todos, que se llamaba Higinio. Desde aquí doy mis condolencias a su esposa y a sus dos hijos. Descanse en paz. Es otro godojeño que se nos va al cielo.
Zaragoza a 17 de diciembre de 2015.

CARLOS ALDA    

ALMUERZO DE DICIEMBRE

El día diez de diciembre, festividad de la Virgen de Loreto, celebramos nuestro segundo almuerzo del curso. Invitaba JESÚS BORQUE, y asistíamos Juan su cuñado, Paco, Roque, Máximo, Ángel, Borque y un servidor. Total siete. Atrás quedaron los tiempos en que nos llegábamos a juntar hasta doce. Varios ya celebran los almuerzos en el cielo y otros, como mi hermano Alfonso o el gran Joaquín, ya no se atreven a celebrarlos con nosotros. Invitamos a jubilados en buen estado que se apunten a disfrutar de estos ratos agradables, en los que afianzamos nuestra amistad y comentamos cosas actuales y pasadas de nuestro pueblo.
Las profesionales del bar Rusián, donde hicimos el almuerzo, nos trataron muy bien. Dos huevos fritos bien hechos, limpios y con doradas puntillitas, acompañados de crujientes patatas fritas, de jamón o de longaniza. Unas morcillitas en su punto, sabrosas y llenas de enjundia. Como decía Baltasar de Alcázar en su poesía de “La Cena Jocosa”,  “la morcilla, ¡Oh gran señora! Digna de veneración”, ¡qué rica está en las frías mañanas de diciembre!

Hablamos de todo. Comentamos lo que hacíamos en el pueblo en la próxima fiesta de santa Lucía: la hoguera,  las patatas asadas, los traguillos de vino que nos bebíamos y el buen ambiente que reinaba en medio de la plaza. También recordamos que el día dieciocho era la Virgen de Esperanza y que este año celebraríamos su fiesta el día diecinueve, sábado. Lo que se disfruta con la hoguera y lo que disfrutaban los mozos haciéndola la víspera por la noche, cuando nosotros éramos niños. Nos aplazamos para ir a Godojos y acompañar a la Virgen y saborear en el pabellón el buen aperitivo que prepara el Ayuntamiento.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

DICIEMBRE EN GODOJOS



El mes de diciembre en Godojos era un mes amable. Las labores en el campo disminuían por el mal tiempo. La siembra ya se había realizado o se estaba realizando y la poda todavía no se había empezado. Encima había unas cuantas fiestas religiosas, que en Gosdojos se celebraban con verdadera solemnidad.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN, que era el día ocho de diciembre, tenía solemnidad especial. Muy de madrugada, algunos hombres, sin temer al frío, salían por las calles a cantar “LA AURORA”. Si tenía la suerte de despertarme y oír esos cánticos, arrebullado entre sábanas y mantas, sentía un gran gozo. Las melodías eran sencillas pero cadenciosas y llenas de sentimientos. Apenas se hacía de día, salíamos para rezar y cantar por todas las calles el “Rosario de la Aurora”. Los monaguillos llevábamos los faroles y otras personas el estandarte de la Virgen. Las manos se nos quedaban heladas. A las diez en la Iglesia tenía lugar la misa solemne cantada. Ya me gustaría a mí oír ahora una de esas misas cantada por mi padre, Ildefonso, por Cipriano, por José, por Germán, por el tío Monge y por otros muchos…

SANTA LUCÍA. La celebrábamos el día 13. En medio de la plaza hacíamos una gran hoguera. Los chicos de la escuela íbamos por todas las casa pidiendo gavillas de sarmientos o fajos de aliagas. Esa tarde teníamos vacación. Cuando se consumía el fuego asábamos patatas. Que buenas que nos sabían. Algunos años nos juntamos varios del pueblo, en bares que asan patatas y nos comemos alguna, acompañada de buenos tragos de vino, para recordar lo que de niños vivimos en el pueblo.
LA VIRGEN DE ESPERANZA.

 Se celebraba el día 18. Nueve días antes se hacía la novena en la ermita de la Virgen. Asistía casi todo el pueblo. Al terminar se cantaban los gozos de la novena y el himno a la Virgen de Esperanza. Recuerdo algunas frases, mis padres se lo sabían entero. “Pues vuestro poder alcanza, cuanto de Dios esperamos, Madre, de Dios, de Esperanza”. La víspera hacían los mozos una hoguera cerca de la puerta de la ermita. El día de la fiesta volvía a cantarse “La Aurora” y salíamos por las calles a cantar y rezar el rosario. La misa se celebraba en la ermita de la Virgen.  Después de la misa, en el ayuntamiento, las autoridades tomaban unas copillas de anís o de moscatel y saboreaban los primeros turrones. A los monaguillos nos daban una barrila de guirlache, que nos sabía a gloria.
Ahora se hace una gran hoguera la víspera, en la bajada a la fuente, y se asan chorizos, morcillas, longanizas y carne. Los que se deciden a pasar esa noche en Godojos disfrutan de lo lindo. Recuerdo hace años, cuando vivía Paulino García, nos invitaba a todos a su bodega. Él traía turrones y comida abundante para todo aquel que se acercase por allí. El día de la fiesta el Ayuntamiento invita a todos a un ágape estupendo en el salón del pueblo
.
Nunca se había sacado en procesión a la Virgen de Esperanza. Hace unos años Jesús Monge compró una peana y desde entonces se le pasea por el pueblo. Muchos disfrutamos llevando la peana de la Virgen.

Desde estas líneas animo a todos a participar de esta fiesta tan nuestra y por lo mismo tan entrañable.
LAS NAVIDADES. Las Navidades en Godojos eran muy alegres. Se cantaban villancicos. Se comía en familia y se iba a la misa del Gallo llenos de alegría. Además, quien más, quien menos ya había matado el primer cerdo y se comía mejor y más abundantemente.

ZARAGOZA UNO DE DICIEMBRE DE 2015.
CARLOS ALDA


ADIÓS A ISABEL BERBEGAL CASTEJÓN (“LA ISABELILLA”)

El último sábado de noviembre despedimos en Calatayud a Isabel. Isabel llevaba ya años perdida en el mundo de la desmemoria. Me consta que sus hijas, su hijo y su marido, mi querido primo Manuel, la cuidaron con mimo hasta el último momento.
En su misa funeral y entierro estuvimos varias personas del pueblo para darle el último adiós y rezar por ella. Pero sobre todo estaban sus hijas: Esperanza, Asunción, Clarita, Manuela, su hijo Manuel, su marido y sus nietos y nietas llenos de emoción y de pena por la desaparición de alguien tan querido para ellos. También estaban otros familiares: Luis, su hermano, con su familia y los hijos de mi primo José, Hermano de Manuel.
Yo de Isabel no tengo más que buenos recuerdos. Era una moza alegre, trabajadora, dispuesta. Trabajó en casa de mi abuela en el horno y hay que ver cómo la querían todas las mujeres que venían a hacer pan, por lo competente, cariñosa  y servicial que era.
La familia de Isabel era una familia querida en el pueblo. Me recuerdo de su padre, Cipriano, de su madre, Manolica, de sus hermanos, Mariano, Paco, Benedicto, Carmela y Luis
 Isabel se casó con mi primo Manuel. Creo que de recién casados vivieron en una casa que tenían mis padres en las Cuatro Esquinas, que fue casa de mi abuelo “Royo”, abuelo también de Manuel. En aquel tiempo, Godojos estaba en su máxima población, y no quedaba una sola casa libre. La pareja tuvo rápidamente varias hijas y un hijo a quienes cuidaron con cariño y esmero.
 Años después, el  matrimonio se trasladó a vivir a Calatayud, donde Isabel fue muy querida por todos los que tuvieron relación con ella. Allí crecieron sus hijos y consiguieron hacerse un buen porvenir. Aún vivía mi tío Emilio, padre de Manuel, cuando estuve viéndolo en su casa de Calatayud. Isabel me trató con todo el cariño del mundo. Lástima que la vida nos haya llevado a cada uno por distintos sitios y no hayamos podido, sus amigos y su familia de Godojos, disfrutar más de sus atenciones y de su amabilidad.   
Cada día me cuesta más despedir a los que fallecen de Godojos, los echo a todos mucho de menos y si estos son familia, como en el caso de Isabel, más que más. Desde estas líneas pido una oración y un recuerdo para ella y mando a mi primo Manuel, a su hijo, a sus hijas y a sus nietos y nietas un gran abrazo.
ZARAGOZA UNO DE Diciembre de 2015

CARLOS ALDA GÁLVEZ

jueves, 12 de noviembre de 2015

PRIMER ALMUERZO DEL CURSO 2015- 2016

En el restaurante Candelas, del barrio de Las Fuentes, hemos celebrado hoy, día 11 de  noviembre, festividad de san Martín, el primer almuerzo del curso. El día de san Martín es una fecha importante en el calendario de otoño. Por una parte está el  “veranillo de san Martín”, aunque este año no lo disfrutamos en el valle del Ebro debido a las fuertes nieblas. Por otra está el dicho: “A cada cerdo le llega su san Martín” esto indica que las matanzas del tocino están ya próximas. Que importante eran los cerdos en Godojos. Gracias a ellos no pasábamos hambre.
Para celebrar bien estas fechas hemos empezado el almuerzo saboreando unos torreznillos  y unas morcillitas fritas, que estaban buenísimas. Después hemos continuado con lo de siempre: el par de huevos fritos con jamón o con longaniza. Todos hemos dado cuenta de ello con buen apetito y hemos disfrutado bebiendo un buen vino de la tierra.
En este primer almuerzo hemos recordado con cariño y con añoranza a nuestro tío José Alda, que falleció hace pocos días. Él gozaba como nadie de estas reuniones. Primero porque era muy cariñoso y familiar y le encantaba estar con todos nosotros. Segundo porque disfrutaba como nadie degustando las buenas viandas con las que nos maltratamos en estas ocasiones.
Hoy invitaba Paco Bosque, marido de Dolores Cebolla y hemos participado Roque, Jesús Borque, su cuñado Juan, mi hermano Alfonso, Ángel Ramos mi cuñado y un servidor. Máximo Nieto no ha podido estar porque todavía no ha realizado todas las labores en el pueblo. La realidad es que de los participantes en estos tradicionales almuerzos ya nos han dejado cinco, porque  han pasado a la otra orilla. También nos abandonó Joaquín, no porque se le haya pasado el apetito y las ganas de acompañarnos, sino porque ya se siente un poco mayor. Desde estas líneas hago un llamamiento a los jubilados, amigos o simpatizantes con esta peña de Godojos, para que se apunten y participen en estos sustanciosos almuerzos.
Hemos terminado el almuerzo tomando nuestros cafés y copas correspondientes y unos bombones y varitas de turrón con los que nos ha obsequiado Paco. Después aún nos ha dado tiempo para jugar una partida de guiñote y poner una cuota para jugar a la primitiva en recuerdo de nuestro tío José que siempre nos animaba a hacerlo.
Ha sido una mañana estupenda. La amistad es uno de los mayores valores de la vida.
CARLOS ALDA
ZARAGOZA, 11 DE NOVIEMBRE DE 2015


sábado, 31 de octubre de 2015

ADIÓS A JOSÉ ALDA (MI TÍO)

Al escribir este adiós, hoy me siento doblemente triste. Primero porque despido a uno de Godojos. Segundo porque aquel a quien despido era tío carnal mío.
José Alda Cebolla nació en Godojos hace ochenta y cuatro años. Fue el último hijo de mi abuela Petra y de mi abuelo José. Hermano de mi padre Ildefonso, de mis tías Marcela, Lucila, Prudencia y de mis tíos Eduardo y Pablo. José nació cuando mi padre ya tenía veinte años. Era el pequeño de la familia. Con su muerte hemos perdido al último representante que nos unía a todos los Aldas de la familia.
José vivió en Godojos hasta la muerte de mi abuela Petra en el año 1954. Después se trasladó a Zaragoza, donde en sociedad con su hermano Pablo regentaron hasta su jubilación una tienda de ultramarinos. Se casó con la tía Maruja, que procedía de Nuévalos. De su matrimonio nacieron José Ignacio, Maricruz y María José, que juntamente con sus dos nietas Vero  y Arancha y su nieto Daniel hoy lloran su pérdida.
De joven José trabajaba despachando en la tienda y preparando el pan en el horno de Godojos. En el pueblo le llamaban “Joselillo” y era querido por su carácter abierto, servicial y amable. Uno de Godojos me ha mandado un correo diciendo que sentía mucho la muerte de “Joselillo”, o sea que aún se le recordaba con ese nombre.
El tío José para todos de nuestra familia era un referente. Le queríamos porque siempre estaba muy cercano a nosotros. Sabía nuestra fecha de cumpleaños y nunca se olvidaba de felicitarnos. Nos llamaba muchas veces por teléfono y siempre nos preguntaba por todos los miembros de nuestra familia. Si alguno caía enfermo o estaba ingresado se desvivía interesándose por su salud o subiendo a visitarlo. Se alegraba con  los éxitos logrados  por nosotros o por nuestros hijos y disfrutaba contemplando a la familia unida y viendo que teníamos un pasar confortable.
El tío José se emocionaba fácilmente. Era muy sensible. Le saltaban las lágrimas con facilidad. Tenía muy buenos sentimientos y era profundamente religioso. Conservó siempre la fe que le inculcaron de pequeño en Godojos. También se sentía patriota. Recuerdo una anécdota que por las circunstancias que vivimos en España viene al caso. Un domingo, en Miami Playa, fuimos a misa. El sacerdote que celebraba, muy catalanista, empleaba en la misa, casi continuamente, el catalán.  Al terminar el servicio religioso, el tío José no pudo contenerse y pasó a la sacristía a protestar y a afearle al sacerdote su manera de actuar, siendo que, la mayor parte de los que participábamos en la misa, éramos castellano parlantes. El sacerdote le contestó que él amaba mucho a su  lengua y a su patria. El tío le contestó que debería amar más a los fieles que participaban en la misa porque eran personas, que a su lengua y a su patria.
Un capítulo importante para nosotros era su participación en los almuerzos que celebramos un grupo de amigos de Godojos o allegados. El tío José disfrutaba como nadie de ellos. Primero porque se sentía muy a gusto rodeado por todos  y segundo porque sabía saborear los ricos alimentos como nadie. Él siempre decía: “el que come escapa”, y tenía razón. Mientras mantuvo ese buen apetito que le caracterizaba estuvo bien, cuando lo perdió cayó en picado. El miércoles pasado deberíamos haber celebrado el primer almuerzo de la temporada. Paco, el marido de Dolores, que era quien invitaba, al saber que el tío estaba malo lo suspendió. Sus hijas así se lo comunicaron y él se emocionó al conocer lo que el grupo había decidido. Ahora los tendremos que celebrar sin él. Ya nos han fallado unos cuantos. Joaquín por que se ha retirado de ellos y José Antonio, Jorge y Alfonso porque precedieron en este trance a mi tío.  
Nos ha dejado José pero queda entre nosotros su recuerdo y el cariño que siempre nos manifestó. No lo olvidaremos fácilmente. Además de su familia más cercana muchos lo añoraremos y le echaremos de menos. Descansa en paz, querido tío. Tengo fe y sé que donde has ido estarás estupendamente y que Dios, nuestro buen Padre del Cielo, te habrá recibido con los brazos abiertos. Descansa en paz.
CARLOS ALDA

ZARAGOZA 31 DE OCTUBRE DE 2015

martes, 22 de septiembre de 2015

ASOCIACIÓN DE MUJERES RURALES DE GODOJOS


Hace unos pocos años, un grupo de mujeres valientes decidió formar una asociación rural en el pueblo de Godojos, provincia de Zaragoza. Hoy esa ASOCIACIÓN, formada por mujeres de todas las edades, es una realidad eficaz y llena de vida.
En un pueblo como Godojos, que ha sufrido los efectos de la despoblación y la liquidación casi total de su ancestral y autóctona forma de vida, basada sobre todo en la agricultura, especialmente en el cultivo de la vid, de la que sacaban maravillosos caldos, era necesario que alguien removiese las conciencias adormecidas y la vida tranquila y monótona de sus habitantes y les hiciese recordar sus raíces, sus costumbres y su razón de ser. Esto lo está  consiguiendo este grupo de mujeres que, desde su asociación, han dinamizado diferentes proyectos y han creado una ilusión colectiva que antes no existía.
Las diversas responsables que, sucesivamente han capitaneado el grupo, han sabido moverse por el no siempre fácil mundo de las Autonomías, Diputaciones Provinciales y Ayuntamientos  para conseguir las subvenciones, que en justicia les correspondían, para realizar actividades y obras dentro de la Asociación y de su pueblo.
Participan con otras asociaciones de mujeres rurales, de los diferentes pueblos de la comarca, en encuentros anuales, muy beneficiosos, porque además de la convivencia que realizan, intercambian puntos de vista, ideas y realizaciones  que todas ellas llevan a cabo en sus respectivos pueblos.
Todos los años preparan una excursión a variados puntos de España, donde, además de la convivencia, disfrutan visitando monumentos artísticos o lugares emblemáticos ampliando así su cultura y sus conocimientos sobre nuestro país. Iniciaron sus viajes visitando la ciudad de Toledo con su catedral, sus iglesias, su Alcázar y sus numerosos museos. También realizaron sendas excursiones a San Sebastián, Segovia, Valencia y Pamplona. Este año han visitado Teruel y la preciosa ciudad de Albarracín. El eslogan de “Teruel Existe” lo han hecho propio también ellas, reivindicando su existencia y la importancia de su asociación.
En Teruel, acompañadas en todo momento por una competente guía, visitaron su riquísimo patrimonio MUDEJAR. La torre, techumbre y cimborrio de la catedral de Santa María. Las otras tres torres mudéjares: Torres de san Martín, San Pedro y El Salvador, admiraron  su belleza y se empaparon  de su rica historia y de sus curiosas leyendas.  Más cosas hay en Teruel que no dejaron de visitar: Monumento a los Amantes, Diego Mansilla e Isabel de Segura. Plaza del Torico, que probablemente da origen al nombre de Teruel. Su poética  leyenda, con su ángel y su estrella.
También visitaron la medieval judería y el ACUEDUCTO, obra realizada en el Renacimiento, el mayor de España en aquellos tiempos. En su recorrido con el tren turístico  visualizaron de nuevo todas estas maravillas y llegaron hasta el mirador de Mansueto desde donde se contempla una panorámica inmejorable de la ciudad.
Por la noche cena, baile y descanso en el hotel que las acogió.
A la mañana siguiente, viajaron a Albarracín, maravillosa ciudad medieval, capital del reino de Taifa que llevaba su mismo nombre. Hay mucho que ver y andar en Albarracín. No pudieron visitar su catedral porque está en restauración, pero sí que vieron la fachada barroca del Palacio Arzobispal, el castillo restaurado, su muralla perfectamente conservada con sus torres del Andador y de doña Blanca. También visitaron la casa Julianeta, típica de la ciudad.
Después de saborear ricos manjares en el  almuerzo de mediodía reiniciaron la vuelta a casa, satisfechas de su convivencia y de lo que habían visto, vivido y disfrutado.

CARLOS ALDA.







miércoles, 1 de julio de 2015

ADIÓS A BIENVENIDO CUERDA

El domingo, día 28 de junio, los habitantes de Godojos dijeron adiós a Bienvenido. Bienvenido era una persona importante en Godojos. Toda su vida había vivido en el pueblo con su mujer, y en el pueblo nacieron también sus hijas y su hijo. Su presencia en el bar todas las tardes era un referente. Los que vamos al pueblo, de cuando en cuando, lo echaremos de menos, como echaríamos de menos no encontrar el castillo, la ermita de san Jorge o de santa Ana. Las personas desaparecemos, los edificios continúan.
Lo recuerdo, cuando yo era niño, que vivía en la cuesta del castillo con su madre la tía Juana y con su hermano Pedro Cuerda, el famoso y querido “Cascarillas”, que tantos ratos buenos nos hizo pasar con la facilidad que tenía para inventar canciones o imitar la forma de hablar de las personas.
Bienvenido fue siempre una persona sencilla y trabajadora, amante de su pueblo y amigo de sus amigos. Vivió feliz rodeado de los suyos y de sus amigos. Yo desde aquí doy mis condolencias a sus familiares y pido una oración a la Virgen de esperanza, su vecina, por él.
Adiós, Bienvenido. Te echaremos de menos cada vez que vayamos a Godojos.    
ZARAGOZA 1 DE JULIO DE 2015

CARLOS ALDA

LOS VERANOS DE GODOJOS

Tengo suerte. Mis recuerdos de Godojos son todos buenos. Los veranos eran calurosos y divertidos. Es cierto que, ya siendo niños, teníamos que trabajar y ayudar a nuestros padres en las labores relacionadas con el campo y con la recolección de las cosechas.  ¿Quién  no recuerda los tiempos de “RAYAR”? EL CAMPO DE Godojos se llenaba de hombres, mujeres, niños, animales y toda clase de sombreros y canciones. Uno a uno íbamos despuntando los pámpanos y quitando cantidad de brotes, para que las uvas engordasen más. Era un tiempo alegre amenizado por alguna tormenta y por la consiguiente barrancada. Las mujeres, sobre todo las mocicas, protestaban por tener que ir a rayar. Echaban la culpa de este nuevo trabajo al tío Jacobo, se ve que gracias a él se empezó a rayar en Godojos, trabajo importante para que engordasen laS uvas quitando la exuberancia de los pámpanos.
Pocas fiestas se celebraban en estos meses. Había pasado san Gregorio y en junio celebrábamos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta era muy importante en Godojos. Siendo alcalde mi Padre, Ildefonso Alda y teniente de alcalde, Cipriano Borque, se decidió  traer una banda de música que acompañara los numerosos actos litúrgicos, sobre todo la misa y la procesión, que amenizara el baile del vermut, a medio día, y que distrajera a todos con los bailes de la tarde y de la noche. Era un descanso necesario en medio de las faenas de la siega. Yo era muy pequeño, pero mi abuelo Royo murió la víspera del Sagrado Corazón  de Jesús, recuerdo que lo enterraron y tocó la banda de música, canciones tristes en el entierro. En Godojos se tenía mucha devoción al Sagrado Corazón de Jesús, en muchas puertas estaba su imagen y la plaza principal del pueblo lleva su nombre.
Después del Sagrado Corazón de Jesús se celebraba, en plena vorágine de la cosecha, la fiesta de san Lamberto. Los cofrades la disfrutaban a tope. Pasaban los gaiteros de Ibdes, con su tambor y su clarinete, que acompañaban a los cofrades en sus desplazamientos y que después montaban un gran baile en la plaza, tanto por la tarde como por la noche. En Godojos, en aquellos tiempos se bailaba mucho, nadie se perdía una pieza. Más de una pareja de novios salió gracias a estos bailes. Los cofrades de san Lamberto tenían una finca y disfrutaban de sus beneficios.
Mis recuerdos de finales del mes de junio se sitúan en los cerezos que tenía mi abuelo en una finca del barranco. ¡Qué cerezas más ricas! Con mis vecinas, “Las Elías”, íbamos de madrugada y traíamos llenas unas cestas blancas y grandes que era donde se guardaba la ropa. Recuerdo también la madrugada del día de san Pedro. Se tomaba chocolate en la fuente de Santa Ana y algunas casas, donde había mozas casaderas, aparecían adornadas con ramos de flores y ramas olorosas o con enormes cardos borriqueros, dependiendo de la amabilidad de la moza que la habitaba.
Mientras tanto, en los días ordinarios, los hombres de Godojos se dedicaban a segar, acarrear la cebada y el trigo, también el centeno y la avena y a trillarlos en las numerosas eras. Las zonas de la eras  se convertía en un hervidero. Hombres, mujeres, niños y niñas pasábamos casi todo el día allí. Se cantaba, se pasaba mucho calor, se merendaba y cuando bajábamos a comer, llenábamos el botijo en la fuente de la plaza, con agua fresquita, fresquita y nos echábamos un maravilloso trago y si había suerte una gaseosa del tigre o de la Samaritana.
Si amenazaba tormenta rápidamente se recogía la parva con la rastrera y con los rastros y se formaba el montón. Después había que aventarlo. Todos esperábamos que se moviese el aire “Solano”. Los hombres aventaban con las horcas, y las mujeres can sus cribas o cribones dejaban la cebada o el trigo limpios de polvo y paja. Después había que meterlo en talegas, en cada talega se metían cuatro medias, y dos talegas, o sea ocho medias, formaban un caíz. Qué curioso, en Godojos se usaba esta medida que era una medida de origen árabe. Lo peor ocurría cuando estas talegas había que subirlas al granero, que estaba en lo más alto de la casa. ¡Cuánto trabajo! Si se dejaba el trigo en la era, esa noche se dormía al raso, allí mismo, para guardarlo. Los chicos disfrutábamos acompañando a nuestro padre en semejante tarea. ¡Cómo brillaba el cielo estrellado!  ¡Qué cantidad de sonidos se percibían en las eras! El monótono grigri de los grillos, el cucu de los sapos, algunos aullidos de los perros o de los zorros, los maullidos de los gatos… era muy bonito. Nos tapábamos con una manta y dormíamos hasta el amanecer. Ver la salida del sol, redondo, redondo y lleno de luz, era un premio.
A los chicos no nos importaba trillar ni revolcarnos en la paja. Para quitarnos el picor teníamos los estanques del tío Pascual o del tío Luis en la fuente de Santa Ana.
Escaparnos de la siesta y bajar a bañarnos, con toda solina, era nuestro  deporte preferido. También de paso intentábamos buscar nidos de “picarazas”, ya que el secretario nos pagaba cada huevo a seis perricas. Las guardábamos la pandilla hasta que nos podíamos repartir  por lo menos un duro para cada uno.
Una vez que terminaban las labores el campo venía la siega del espliego. Un año fuimos con nuestros padres: Ildefonso, Cipriano y Pedro Castejón, Perico,  y sacamos dinero para ir a la feria de Calatayud y ver torear a Chamaco.
En Agosto, cuando ya se habían terminado las labores de las eras, y hasta se habían trillado y recogido las granzas, se celebraba la fiesta de san Lorenzo. Estábamos ya en el día diez. Los ricos del pueblo pertenecían a esta cofradía. Había dos días de funciones religiosas y de bailes con los gaiteros. Siempre hacía mucho calor y relacionábamos a san Lorenzo, que fue asado en unas parrillas, con el calor del verano. En el pueblo el calor se pasaba relativamente bien. Las casa eran fresca, porque muchos de sus muros eran recios, de adobe o de tapial; el agua de la fuente era fresquísima y el vino de las bodegas se mantenía a una temperatura ideal. Por las noches, se sacaban unas sillitas pequeñas y en las puertas de las casa se mantenían animadas tertulias, mientras se tomaba la fresca. Algunos creen que las tertulias es un invento reciente de los medios de comunicación, eso es porque no conocen las costumbres ancestrales de Godojos.
San Roque es el santo más venerado en los pueblos de Aragón. La Virgen de Agosto y san Roque se celebraban con mucha solemnidad en Alhama de Aragón. Muchos pasábamos, por lo menos una tarde, para ver el baile de los gigantes y correr perseguidos por los cabezudos. Nos llamaba la atención lo caliente que salía el agua en las fuentes públicas, nada que ver con lo fresca que salía en la fuente de la plaza de nuestro pueblo.
Lo que quedaba del mes de agosto y medio septiembre se pasaba vagueando en el pueblo. Algunas veces nos hacían madrugar y nos llevaban a quitar cerones en las viñas. Los chicos pasábamos el tiempo entre los estanques y la morera que la Señora Gaudiosa tenía en el regachón. En septiembre ya las cosas cambiaban. Había higos, ciruelas, melocotones, uvas… Los higos más frescos estaban en el jardín de la Iglesia, que en sus tiempos fue cementerio. Muchos no los querían probar por este motivo, pero a fe que eran buenos.
Dos fiestas se celebraban en septiembre: La Virgen y la Cruz. Ambas tenían sus cofradías y se traían a los gaiteros. La Virgen coincidía con las ferias de Calatayud. Muchos godojeños y godojeñas viajaban allí para ver las vaquillas o alguna corrida de toros. Se aprovechaba el viaje para comprar alguna caballería o aperos y cuerdas necesarias para el campo. En la fiesta de la Cruz se sacaba vino a la plaza y todo aquel que quería lo bebía gratis. Alguna melopea se cogía por este motivo.
Esto son recuerdos de Godojos. Eso ya es historia. Actualmente se va al pueblo a descansar, a disfrutar del fresquito de sus bodegas, del buen ambiente que se forma en el bar, donde se puede disfrutar de unos pinchos excelentes, y de riquísimas y sabrosísimas  chuletillas asadas con sarmientos en los hogares de las bodegas.
Un placer único es madrugar un poco, subir hasta el enebro de Matarredonda y disfrutar de un sencillo almuerzo contemplando el paisaje a la vez que sentimos el frescor de la suave brisa que sopla bajo la sombra del centenario y querido árbol. Yo invito a que, al menos una vez, se viva esta experiencia en Godojos.
ZARAGOZA, VERANO DE 2015-07-01
CARLOS ALDA

sábado, 14 de marzo de 2015

ADIÓS A PILAR CEBOLLA

El jueves despedimos en Godojos a Pilar Cebolla. Reconozco que cada vez me cuesta más escribir estas despedidas, porque cada vez las personas las encuentro más cercanas a mí.
Pilar, cuando yo era niño, vivía con sus padres en la calle Las Eras.  Pilar era prima hermana de mi padre Ildefonso, porque su padre, el tío Salvador, era hermano de mi abuela Petra.
Pilar era una mujer atenta y cariñosa. Siempre te recibía con una sonrisa cuando te veía aparecer por las Cuatro Esquinas. La echaremos en falta cuando volvamos a Godojos y no nos encontremos con su saludo y su sonrisa acogedora.
Muchos familiares y amigos quisimos darle el último adiós en Godojos y acompañar su féretro hasta el campo santo. Tristes y llorosos estaban su marido, Jesús, sus hijos, hermano y sus nietos y nietas. Las campanas tañían con unos sonidos metálicos muy tristes, cuando apareció el coche mortuorio con su cadáver. Las puertas de la iglesia se abrieron de par en par para recibirla. Entonces recordé esa canción religiosa que dice: “Las puertas de la  nueva ciudad se abren para ti, y Dios tu amigo te salvará”. La misa fue sencilla y las oraciones y los cánticos los apropiados para la ceremonia. En estas ocasiones yo siempre echo la vista atrás y me recuerdo de las misas cantadas de difuntos  de hace muchos años. Eran unas melodías tristes, pero llenas de fe, que nos reconfortaban a todos. La fe en estas ocasiones es nuestro único consuelo. Todos los que tenemos fe pensamos que en la otra vida, en la otra ciudad ya no habrá más llanto ni sufrimiento, y que un día nos encontraremos todos felices junto al buen Dios.
La subida al cementerio fue costosa. Cada vez resulta más empinada esa dichosa cuesta. Una vez allí, el sacerdote rezó un responso y puso tierra sobre su caja. Expertos albañiles cubrieron su tumba y, con pena, nos despedimos de Pilar hasta siempre.
Desde estas líneas doy mis condolencias a todos su familiares y sé que todos los nacidos en Godojos sentimos la pérdida de Pilar.
Zaragoza, 14 de marzo de 2015

CARLOS ALDA GÁLVEZ 

sábado, 28 de febrero de 2015

ADIOS A JOSE MONGE PABLO

Ayer dimos  cristiana sepultura, en Godojos, a José Monge Pablo. José era uno de los Patriarcas que quedaban en el pueblo. Había cumplido 87 años. Superó con creces la edad de su padre, que murió joven, de su madre Resurrección y de su hermano Germán. Era agradable ir al pueblo y encontrarte a José sentado al sol o a la sombra, dependiendo del tiempo, en los poyos de la casa de Joaquín o de la fuente. Para mí, al menos, ver apersonas ancladas de por vida en el pueblo era reconfortante.
Cuando yo era niño, mi casa y la de los Monge eran vecinas. Recuerdo a la tía Resurrección, delgadita, pero fuerte, siempre de luto. Sus hijos altos y fuertes, y su hija María, llena de vida y de juventud. Eran otros tiempos, entonces Godojos bullía de vida. Años después llegaría la diáspora, poco a poco nos fuimos yendo del pueblo. José  y su mujer permanecieron en él.
Ayer recibió la despedida de muchos de sus vecinos y de cantidad de amigos de sus hijas y de los pueblos vecinos. Las puertas de la Iglesia se abrieron de par en par para recibir su cadáver. La iglesia donde fue bautizado, donde recibió la primera comunión, donde se casó y donde bautizó a sus hijas. Lo mismo que la Iglesia de su pueblo lo recibió con las puertas abiertas, lo habrá recibido Dios Misericordioso con los brazos acogedores.
Las campanas tañían llenas de tristeza con el toque de difuntos. Jesús Borque cumplía su promesa de tocarlas en su entierro. Jesús me contaba en el viaje, que José, no hace mucho, le había invitado a una cerveza y le había pedido que cuando falleciese tocase las campanas. Se cumplió su deseo.
En la iglesia, llorosa, estaba toda su familia. Sus hijas y yernos, sus nietos, su hermana María con su familia y su hermano Jesús con sus hijos. La misa fue emotiva. Recordando mi infancia eché de menos el catafalco que poníamos los monaguillos en el centro de la iglesia y las cadencias de los cantos gregoriano que cantaban mi padre, Cipriano, Germán, José, el tío Monge… Esa secuencia con el “Recordare Jesu Pie”… que te ponía la carne de gallina. En compensación varias señoras cantaron cánticos religiosos muy entonados y llenos de mensaje. Olga leyó sendas cartas, muy cariñosas y emotivas, de un nieto y una nieta.
Subimos al cementerio, acompañados siempre del triste tañido de las campanas. Allí lo colocaron en el panteón familiar junto a su esposa. El sacerdote rezó un responso y todos nos despedimos. Que  el matrimonio descanse en paz y disfrute de  felicidad en la vida eterna por siempre.
Zaragoza, 28 de febrero de 2015

CARLOS ALDA

miércoles, 11 de febrero de 2015

OFICIOS EN GODOJOS

La despoblación del mundo rural, sobre todo en Aragón es una realidad. Cuando yo era niño en Godojos éramos alrededor de quinientos habitantes. Hubo épocas, que hasta las casa más pobres y abandonadas estaban habitadas por emigrantes, que se establecían temporalmente en Godojos. Aparte de la dedicación casi total a las labores agrícolas en el pueblo había otros oficios, que voy a intentar resumir brevemente.
En los años cincuenta Godojos tuvo SACERDOTE, MÉDICO, MAESTRO Y MAESTRA Y SECRETARIO  que eran funcionarios públicos desempeñados por personas que no eran del pueblo.                   
SACERDOTES conocí a Mosén SALVADOR  y a Mosén FÉLIX. 
MÉDICOS: Don FELIPE Y don ENRIQUE. Este último se casó con Laurita, moza del pueblo.
MAESTROS Y MAESTRAS: Don PATRICIO y doña Agustina, matrimonio pedagógico. Don CAYO y doña CARMEN, que se casó con mi tío Pablo. Don CELESTINO Y don FRANCISCO.
SECRETARIO: don Gil  y JESÚS JAVAL,  que se casó con Elena, moza del pueblo.
JUEZ DE PAZ: Yo conocí como tal al tío Monge. Su misión era juzgar litigios entre vecinos y procurar que todos llegasen a un acuerdo amigable.
GUARDIA: Se preocupaba de vigilar los campos para que nadie robara lo que pertenecía a otros. Llevaba cruzada al pecho una correa con una placa donde se indicaba su cargo. En el verano, hasta después de las vendimias, había dos guardias que vigilaban todo el término.
AGUACIL Y PREGONERO: Fue el tío Federico, que era hermano de mi abuela. Heredó el cargo su hijo Domingo. Recuerdo que llevaban gorra de plato en algunas ocasiones y que tocaban una corneta antes de recitar el pregón que siempre empezaba: “De Orden del  señor Alcalde se hace saber…”. También anunciaban la venta de sardinas o de otras cosas.
MEDIDORES: solían ser dos y se encargaban de medir el vino, mediante la cántara, cuando venían a cargar los camiones  o castellanos bajaban de  Soria o  de Guadalajara con sus caballerías y su buena merienda a comprarlo. Una vez que estuvo mi padre hospitalizado, coincidimos con una familia de Gómara, Soria, y al decirle el pueblo de donde éramos nos recitó el refrán: “ El pan con ojos, el queso sin ojos y el vino de Godojos”. Se lo había enseñado su padre, que bajaba a nuestro pueblo a comprar vino todos los años.
FORJADOR: En Godojos tuvimos la suerte de tener como vecino,durante un tiempo, a Pablo Remacha, auténtico artista en la forja del hierro.
En Aragón se le reconoce como uno de los artesanos más importantes del siglo pasado.Su hija Anita se caso con el locutor Paco Ortiz. Su hijo Paco Ortiz Remacha sigue como locutor.

HERRERO: Este empleo era muy importante en Godojos. En aquella época había muchas caballerías: mulas, machos, algún caballo y alguna yegua y varios burros. Había que calzarlos con herraduras. Recuerdo cómo mi tío José Luis alisaba el casco de las caballerías y después les clavaba las herraduras sacando las puntas de los clavos por el casco sin dañarlas. El herrero también aguzaba los barrones, las reja, y las orejeras de los arados o “aladros” que decíamos en Godojos. También aguzaba las diversas azadas que se empleaban en el campo. El herrero fue mi tío José Luis y una vez que estuvo enfermo le sustituyó uno de Alhama al que llamábamos herrerillo.
CARPINTERO: El tío Bernabé tuvo un tiempo una carpintería. Recuerdo que hizo las tarimas sobre las que se apoyaba el “MONUMENTO” en Semana Santa.
LUCERO: el lucero tenía que subir todas las tardes a conectar la luz al trasformador que había en el castillo y a desconectarla todas las mañanas al hacerse de día. El cargo de lucero y electricista lo tuvo siempre el tío Cesáreo. Era un hombre bueno y también buen bebedor. Cuando se enfadaba amenazaba: “Mira que te corto la corriente”…
EL MATACHÍN: Este era un trabajo temporal, duraba desde san Martín, por aquel refrán que dice: “A cada cerdo le llega su san Martín”, hasta después de san Antón. Yo conocí de matachines al tío José Cebolla, a Heraclio Monge,Tomas Valero y al tío Cipriano Borque. Todos lo hacían muy bien en esas mañanas frías de invierno, en las que se sobrevivía gracias a las copillas de cazalla y a las calorías que nos proporcionaba el almuerzo con las degolladuras del cerdo.
CABRERO: En el pueblo casi todas las familias teníamos una cabra, que nos daba leche con la que desayunábamos por la mañana. También nos daba uno o dos cabritillos al año, que criábamos en casa y que el día que los matábamos, aunque nos hacía mucho duelo y lástima, era una pequeña fiesta. Recuerdo lo buenos que nos sabían los calostros, que era la leche que se le sacaba a la cabra recién parida. Bueno, pues una persona del pueblo, casi siempre un chico joven, cuidaba a todas estas cabras. Por la mañanita tocaba un cuerno y de todas las casas salían las cabras que se agrupaban en una zona que llamábamos las “escuelas viejas”. Si alguna vez nos distraíamos las teníamos que llevar hasta allí. Al atardecer volvían al pueblo y cada cabra se dirigía a su casa sin confundirse.
PASTORES: En el pueblo había varios rebaños que cuidaban los pastores. Su vida era muy sacrificada, no tenían fiesta casi ningún día del año. Yo me recuerdo el tío Cipriano, pastor, padre de Luis, que era cofrade de san Lamberto, lo que disfrutaba ese día y lo bien que hacía bailar al pendón de la cofradía.
CARNICERO: EL TÍO Antonio y la tía Nicolasa tenían carnicería, porque tenían rebaño de ovejas. Nos vendían las chuletas para asar en la bodega y también la asadurilla para freírla en la sartén. El tío Valero también tuvo carnicería. PESCADERÍA nunca hubo en Godojos. A veces venían de Alhama o de Ateca, con una moto o con una caballería a vendernos sardinas. Eran muy apreciadas las sardinas de pico
                                             
PANADERO: Por  aquel tiempo solamente funcionaba el horno de mi abuela, pero hubo otros hornos en Godojos. Aparte de hacer el pan para venderlo, casi todas las familias llevaban los panes que habían amasado en sus artesas para cocerlo en el horno. Las mujeres hacían una señal en sus redondos panes para no confundirlos con otros. En el horno además se cocían las madalenas y los mantecados que se preparaban para las fiestas o para las bodas. Era muy típico hacer grandes tortas con aceite y azúcar para el chocolate de las bodas o para las quintas de los mozos. También se cocían para la merendilla las molletas y las “culecas” rellenas de ricos productos de la matacía. En época de racionamiento recuerdo que se cocía pan de centeno, que era más oscuro que el de trigo, le llamábamos pan negro.
TENDEROS: Dos tiendas había en Godojos, la de mi abuela y la de la tía Inocencia, eran pues las tenderas del pueblo.
LECHERO: El tío Torres compró dos vacas y vendía la leche a quien quería comprarla, si es que no tenía cabra o ésta daba poca leche.
 CRIADOS Y CRIADAS: En las casa de los ricos, como tenían mucha hacienda y generalmente pocas ganas de trabajar, solía haber uno o dos criados y una o dos criadas. Algunos eran del pueblo pero otros y otras eran forasteros o forasteras. Muchos se casarón con chicos o chicas del pueblo.
Ya veis que en Godojos había de todo. Su economía era de subsistencia, pero gracias a los cerdos, a las gallinas, a los conejos, a las cabras, al trigo que recogíamos y al vino que producían nuestras viñas vivíamos bien. Cuando necesitábamos ropa o zapatos, íbamos a Calatayud. Allí comprábamos de todo.
Saludos especiales a Vicente Cebolla Sabroso, que está en Lejona(Vizcaya) y disfruta cuando su hija le lee estos recuerdos de Godojos.Le saluda Jesús Borque y demás amigos del pueblo.

ZARAGOZA 10 DE FEBRERO DE 2015.

CARLOS ALDA GÁLVEZ




jueves, 5 de febrero de 2015

FEBRERO EN GODOJOS

El mes de febrero es un mes corto pero frío y algo traicionero. Muchos años, unos días de buen tiempo llenan de flores los almendros, pero una helada nocturna o matinal las queman totalmente y nos dejan sin almendras ese año. Recuerdo las mañanas de febrero en el pueblo y veo el cerro de las bodegas y de santa Ana cubierto de blanca y fría escarcha, que en las zonas más sombrías permanecía sin irse durante varias jornadas.
El refranero se preocupa de los cambios de este mes: “Febrerillo el corto, un día peor que otro”. “En febrero busca la sombra el perro”.  “Por san Blas la cigüeña verás, y si no la vieres año de nieves” También hacen referencia los refranes al calendario: “Por san Blas una hora y más”. Es lo que van creciendo los días. “Para san Matías pega el sol en las sombrías, se igualan las noches con los días y cantan las gollorías”. Todos sabemos que las noches se igualan con los días cuando llega la primavera el 21 de marzo, pero como la fiesta de san Matías se celebraba el día 24 de febrero ya nos vamos acercando a esa igualdad. Creo que es una cuestión de rima dentro del pareado.
Febrero era un mes que tenía cierto aliciente para los chicos de Godojos. Iniciábamos el mes con la fiesta de la “CANDELARIA”. Los maestros nos subían a la iglesia, y allí durante la misa nos repartían unos cabos de vela que encendíamos como pequeñas candelas para celebrar el día de la Purificación de la Virgen María y la Presentación de Jesús en el Templo. Escuchábamos con respeto el relato evangélico donde se repetían las profecías del Anciano Simeón y de la Profetisa Ana. Los cabos de vela los llevábamos a casa.
SAN BLAS.
Patrono de la garganta. Era un médico que fue martirizado en las persecuciones romanas. Para honrarlo los chicos de Godojos cantábamos estupendas canciones en presencia de todos.
Era un día grande en Godojos. No había escuela. Los chicos matábamos un gallo en medio de la plaza después de haberle cantado una canción cada uno. Pobre gallo colgado de las patas en el centro de una soga, que iba desde el balcón del Ayuntamiento al de la casa de mi abuela. Todo el pueblo se reunía para escuchar las canciones y las andanzas del gallo, que como un alcahuete se metía por todas las casa y conocía todo lo que en ellas pasaba. En boca de los chicos salían todos los chismes y dimes y diretes del pueblo. Había gente que no quedaba muy bien parada, pero todos admitían las revelaciones con humor. Por la tarde nos comíamos el gallo, que previamente había guisado alguna madre para todos los chicos. Invitábamos también al maestro. Ahora lo pienso, y aunque elegíamos un gallo gordo, creo que era poco gallo para tanto chico. Claro que en el recorrido pidiendo por las casa nos habían dado, además de dinero viandas muy sabrosas para compartir con el pobre gallo.
Menos mal que, como ya no quedan chicos en Godojos esta fiesta ya no se celebra, porque de ser así los ecologistas y protectores de animales descolgarían  el gallo de la soga y nos lo quitarían.
SANTA ÁGUEDA
El día cinco de febrero es la festividad de santa Águeda. Joven mártir a la que le cortaron los pechos. En Godojos no se conmemoraba de una manera especial, pero ahora, varias mujeres del pueblo celebran la fiesta en Zaragoza. Oyen misa devotamente en la iglesia del Portillo, donde se encuentra la SANTA, le rezan para que les proteja sus pechos y los de sus hijas y disfrutan de un día de fiesta, ya que en este día la mujer es la protagonista.
LAS MERENDILLAS
También en febrero se celebraban la merendillas, el jueves y el sábado. ¡Qué alegría para los chicos esos días! Soñábamos con ellos y las dos horas que íbamos a la escuela por la mañana estábamos bien nerviosos. Cuando los maestros nos daban suelta subíamos a casa toda marcha a coger el talego con la molleta, repleta de cosas buenas, y los sabrosos buñuelos endulzados con pastosa y dulcísima miel o azúcar. En grupo nos íbamos a san Jorge donde con buen apetito dábamos buena cuenta del contenido del talego.
Hoy día los mayores mantenemos esa costumbre, y el sábado nos juntamos en la cueva de san Jorge con nuestra molleta y con nuestros ricos buñuelos. Es una fiesta estupenda donde todos compartimos viandas y dulces y tomamos el sol de febrero resguardados del viento, divisando un bello paisaje a nuestros pies y allá a lo lejos el pueblo con su iglesia, la ermita de santa Ana y el castillo.       
Este año se celebra la merendilla el sábado día 14, fiesta de san Valentín. Yo animo a todos los amantes de Godojos a que vengan al pueblo a participar de esta entrañable costumbre, por descontado que se lo pasarán estupendamente.
ZARAGOZA, 5 DE ENERO DE 2015.

CARLOS ALDA GÁLVEZ

miércoles, 28 de enero de 2015

UN GRAN ARTISTA HIJO DE GODOJOS

Hace unos días Miguel Ángel Bernal y un servidor estuvimos visitando una magnífica exposición de pintura de un gran pintor y escultor que nació en Godojos.
Este artista, aunque a él no le gusta que le llamen así, es JESÚS MONGE, hijo de Heraclio (godojeño) y de Rosa de Ibdes. Nació en Godojos aunque aprendió a andar ya en Zaragoza. Montó su exposición en un local de la calle Isaac Peral nº 1.
Personalmente me quedé sorprendido de la obra que presentaba, creo que Miguel Ángel, más entendido que yo, también. Dice el díptico propagandístico que él mismo fabrica sus colores.
Es un pintor realista. Maneja maravillosamente el dibujo. Su Adán y Eva, que quieren ser una réplica de los que en el renacimiento pintó Durero, te cautivan nada más verlos. Esos cuerpos casi perfectos de un hombre y una mujer de color responden perfectamente al canon clásico de perfección.
Pinta paisajes marinos con una dedicación y uno detalles inigualables. Tampoco se le resisten los paisajes de montañas, como el del valle de Covadonga. Las vistas que nos presenta de la ciudad con sus luces nocturnas o sus casas, iglesias, calles  y torres semiborradas por una niebla perfectamente conseguida, te sobrecogen. Sus dotes de perfecto artesano los muestra en el intrincado montaje de “Saica estación” donde se disponen maravillosamente los cables lo raíles del tren  los vagones, los almacenes y las casas del fondo difuminadas por el humo y una persistente neblina.
A mi juicio no es un pintor cualquiera. Creo que es un pintor con mucho oficio y con una indudable chispa de creador. No dudo que pasará a la historia de la mejor pintura y que sus cuadros los veremos expuestos en los mejores museos y en colecciones particulares de reconocido prestigio.
Enhorabuena amigo Jesús, sigue derrochando creatividad y oficio en tu maravillosa obra.
Zaragoza 26 de enero de 2015-01-26

CARLOS ALDA




lunes, 26 de enero de 2015

ENERO EN GODOJOS

Mis recuerdos de cuando era niño y vivía en Godojos son de un mes muy frío. Los chicos bajábamos un poco antes a la escuela para encender la estufa de serrín, era el único medio de calefacción de entonces, el maestro colocaba su mesa junto a la estufa y nosotros los pupitres a su alrededor. No siempre había serrín. El ayuntamiento hacía acopio de él en el matadero, pero a veces se acababa. Recuerdo un maestro, que se llamaba don Francisco, que, un vez que se acabó el serrín, nos pidió que bajásemos suelas de alpargata de goma, ya viejas, o albarcas que no valían. Nunca la estufa dio tanto calor como los días en que empleamos este combustible, lo del olor a goma, daba igual. Las chicas eran más limpias y se bajaban unas rejillas con brasas sobre las que ponían los pies.
Casi todas las mañana amanecía con unas escarchas muy fuerte, que blanqueaban el cerro de las bodegas como si hubiese nevado. Pero en Godojos todas las casa habían matado ya sus cerdos y gracias a las morcillas y a las tajadillas de tocino tomábamos las suficientes calorías como para aguantar el tipo. Casi todos los años nevaba y los hombres se afanaban en trazar caminos retirando la nieve para bajar a la fuente o ir a la iglesia. Con las heladas nocturnas grandes carámbanos de hielo o chorlitos colgaban de los tejados de las casas. Como no se iba al campo, los hombres tomaban el sol en la plaza o se resguardaban en el patio de la posada del tío Ramón y de  Ana María comentando sus cosas. Por las tardes el bar se llenaba de personas y de humo de los muchos cigarros y farias que se fumaba.
Al atardecer nos resguardábamos todos en torno al hogar, donde ardían los sarmientos y las brillantes brasas de una cepa que se consumía lentamente. Con las brasas que sobraban se llenaba el calentador que hacía soportable meterse entre unas sábanas heladas, porque las habitaciones registraban unas temperaturas mínimas.
Además de Año Nuevo y Reyes, la única fiesta del mes de enero era el día de san Antón. Como en Godojos había tantas caballerías los mozos subían a santa Ana y daban con las mulas tres vueltas, parando en cada una de ellas junto a la puerta de la ermita a rezar un “padrenuestro”.
Los chicos veíamos esta ceremonia expectantes desde la plaza y gozábamos si lo hacían montados en las mulas y corriendo. No se iba a la iglesia como ahora a bendecir los perros y los gatos. En Godojos, estos pobres animales no tenían muy buena vida. Por otra parte lo único destacable de san Antón era que nos comíamos el morcillón del cerdo, que solía estar buenísimo. También las gallinas solían empezar a poner huevos, temerosas de la amenaza que les hacía el dicho: “Por san Antón gallina pon y sino retorcijón”. El día 20 era la fiesta de san Sebastián y san Fabián, que se celebraban en muchos pueblos, por ejemplo en Nuévalos, pero no en Godojos.
En febrero los chicos celebrábamos la fiesta del Gallo para san Blas. Ahora andábamos ocupados aprendiéndonos nuestras canciones. Pero eso  ya lo comentaremos otro día.
Zaragoza 26 de enero de 2015-01-26
CARLOS ALDA


San Ildefonso 2015


El grupo “ALMUERZO GODOJEÑOS” nos reunimos el 23 de enero en la bodega de casa para celebrar el tercer almuerzo de este mes de enero y el quinto del curso 2014-2015. Al primer almuerzo nos invitó Paco Bosque, el marido de Dolores Cebolla que ya lleva varios años participando de estos eventos. Roque Martín, marido de mi prima Marisa Nieto, fue el protagonista del segundo almuerzo en el bar “La VILLA DE PLENAS”, ya que hemos cambiado de lugar, porque mi primo, José Ignacio Alda, traspasó a los chinos su bar restaurante de la plaza Emperador Carlos I.

Al primer almuerzo del año en curso nos invitó Jesús Borque, de sobras conocido por todos, casado con mi prima Conchita Alda. Ángel Ramos, marido de mi hermana Maricarmen Alda, fue quien pagó el segundo almuerzo del mes de enero. El tercer encuentro lo hicimos en mi casa, según costumbre. Elegí la fecha del 23 de enero, festividad de san Ildefonso, porque era el santo y cumpleaños de mi padre, Ildefonso Alda. Ese día hubiera cumplido 104 años, veinte más que mi tío José, el único hermano vivo, al que le llevaba 20 años justos. Desde el cielo disfrutaría viéndonos a los del pueblo celebrar su cumpleaños juntos ante una buena mesa y con un buen vino.

A los almuerzos, regularmente, asistimos Paco Bosque, Roque Martín, Jesús Borque, Ángel Ramos, José Alda, el más veterano de todos, Juan de Cetina, cuñado de Jesús Borque, un servidor, Carlos Alda y recientemente se nos ha apuntado Máximo Nieto Alda, que vive a hora en las Delicias en Zaragoza. A veces asiste, si está de vacaciones, José Luis Nieto Alda. Al último almuerzo Máximo trajo a su consuegro, Jesús, natural de Alhama de Aragón. Al que invitamos a unirse a nuestro grupo. Los dos están muy felices porque recientemente han sido abuelos de una nieta preciosa.

El menú de los almuerzos es siempre el mismo: un surtido de chorizo, longaniza y morcilla puestos en la mesa para compartir y dos huevos fritos por barba con jamón y patatas fritas. Saboreamos un buen vino de la tierra y después nos tomamos nuestro café, cortado, carajillo, copa de coñac o chupito de orujo. Ya bien comidos y bien bebidos disputamos nuestras partidas de guiñote con entusiasmo, alegría y acalorados comentarios o discusiones.

El día de san Ildefonso, además del almuerzo, a eso de las tres de la tarde celebramos una comida de hermandad. Se fueron mi tío José y Jesús de Alhama, pero se incorporaron José Luis Nieto y Salva Nieto que venían de trabajar con muy buen apetito. En el primer plato compartimos unas judías blancas con morro y oreja que estaban buenísimas. Para segundo plato degustamos deliciosos codillos guisados a las finas hierbas. De postre piña, para desengrasar y en el café endulzamos la vida con mazapanes “Conchita” de la casa “Peces” que todavía quedaban de las últimas navidades. El vino, abundante, consistente, con un buqué   agradable al paladar era de la cosecha de Jesús Borque.

Después de muchos guiñotes, salíamos de la bodega a las siete y media de la tarde,  felices por haber pasado una velada tan agradable.

ZARAGOZA 26 DE ENERO DE 2015.

CARLOS ALDA