miércoles, 28 de enero de 2015

UN GRAN ARTISTA HIJO DE GODOJOS

Hace unos días Miguel Ángel Bernal y un servidor estuvimos visitando una magnífica exposición de pintura de un gran pintor y escultor que nació en Godojos.
Este artista, aunque a él no le gusta que le llamen así, es JESÚS MONGE, hijo de Heraclio (godojeño) y de Rosa de Ibdes. Nació en Godojos aunque aprendió a andar ya en Zaragoza. Montó su exposición en un local de la calle Isaac Peral nº 1.
Personalmente me quedé sorprendido de la obra que presentaba, creo que Miguel Ángel, más entendido que yo, también. Dice el díptico propagandístico que él mismo fabrica sus colores.
Es un pintor realista. Maneja maravillosamente el dibujo. Su Adán y Eva, que quieren ser una réplica de los que en el renacimiento pintó Durero, te cautivan nada más verlos. Esos cuerpos casi perfectos de un hombre y una mujer de color responden perfectamente al canon clásico de perfección.
Pinta paisajes marinos con una dedicación y uno detalles inigualables. Tampoco se le resisten los paisajes de montañas, como el del valle de Covadonga. Las vistas que nos presenta de la ciudad con sus luces nocturnas o sus casas, iglesias, calles  y torres semiborradas por una niebla perfectamente conseguida, te sobrecogen. Sus dotes de perfecto artesano los muestra en el intrincado montaje de “Saica estación” donde se disponen maravillosamente los cables lo raíles del tren  los vagones, los almacenes y las casas del fondo difuminadas por el humo y una persistente neblina.
A mi juicio no es un pintor cualquiera. Creo que es un pintor con mucho oficio y con una indudable chispa de creador. No dudo que pasará a la historia de la mejor pintura y que sus cuadros los veremos expuestos en los mejores museos y en colecciones particulares de reconocido prestigio.
Enhorabuena amigo Jesús, sigue derrochando creatividad y oficio en tu maravillosa obra.
Zaragoza 26 de enero de 2015-01-26

CARLOS ALDA




lunes, 26 de enero de 2015

ENERO EN GODOJOS

Mis recuerdos de cuando era niño y vivía en Godojos son de un mes muy frío. Los chicos bajábamos un poco antes a la escuela para encender la estufa de serrín, era el único medio de calefacción de entonces, el maestro colocaba su mesa junto a la estufa y nosotros los pupitres a su alrededor. No siempre había serrín. El ayuntamiento hacía acopio de él en el matadero, pero a veces se acababa. Recuerdo un maestro, que se llamaba don Francisco, que, un vez que se acabó el serrín, nos pidió que bajásemos suelas de alpargata de goma, ya viejas, o albarcas que no valían. Nunca la estufa dio tanto calor como los días en que empleamos este combustible, lo del olor a goma, daba igual. Las chicas eran más limpias y se bajaban unas rejillas con brasas sobre las que ponían los pies.
Casi todas las mañana amanecía con unas escarchas muy fuerte, que blanqueaban el cerro de las bodegas como si hubiese nevado. Pero en Godojos todas las casa habían matado ya sus cerdos y gracias a las morcillas y a las tajadillas de tocino tomábamos las suficientes calorías como para aguantar el tipo. Casi todos los años nevaba y los hombres se afanaban en trazar caminos retirando la nieve para bajar a la fuente o ir a la iglesia. Con las heladas nocturnas grandes carámbanos de hielo o chorlitos colgaban de los tejados de las casas. Como no se iba al campo, los hombres tomaban el sol en la plaza o se resguardaban en el patio de la posada del tío Ramón y de  Ana María comentando sus cosas. Por las tardes el bar se llenaba de personas y de humo de los muchos cigarros y farias que se fumaba.
Al atardecer nos resguardábamos todos en torno al hogar, donde ardían los sarmientos y las brillantes brasas de una cepa que se consumía lentamente. Con las brasas que sobraban se llenaba el calentador que hacía soportable meterse entre unas sábanas heladas, porque las habitaciones registraban unas temperaturas mínimas.
Además de Año Nuevo y Reyes, la única fiesta del mes de enero era el día de san Antón. Como en Godojos había tantas caballerías los mozos subían a santa Ana y daban con las mulas tres vueltas, parando en cada una de ellas junto a la puerta de la ermita a rezar un “padrenuestro”.
Los chicos veíamos esta ceremonia expectantes desde la plaza y gozábamos si lo hacían montados en las mulas y corriendo. No se iba a la iglesia como ahora a bendecir los perros y los gatos. En Godojos, estos pobres animales no tenían muy buena vida. Por otra parte lo único destacable de san Antón era que nos comíamos el morcillón del cerdo, que solía estar buenísimo. También las gallinas solían empezar a poner huevos, temerosas de la amenaza que les hacía el dicho: “Por san Antón gallina pon y sino retorcijón”. El día 20 era la fiesta de san Sebastián y san Fabián, que se celebraban en muchos pueblos, por ejemplo en Nuévalos, pero no en Godojos.
En febrero los chicos celebrábamos la fiesta del Gallo para san Blas. Ahora andábamos ocupados aprendiéndonos nuestras canciones. Pero eso  ya lo comentaremos otro día.
Zaragoza 26 de enero de 2015-01-26
CARLOS ALDA


San Ildefonso 2015


El grupo “ALMUERZO GODOJEÑOS” nos reunimos el 23 de enero en la bodega de casa para celebrar el tercer almuerzo de este mes de enero y el quinto del curso 2014-2015. Al primer almuerzo nos invitó Paco Bosque, el marido de Dolores Cebolla que ya lleva varios años participando de estos eventos. Roque Martín, marido de mi prima Marisa Nieto, fue el protagonista del segundo almuerzo en el bar “La VILLA DE PLENAS”, ya que hemos cambiado de lugar, porque mi primo, José Ignacio Alda, traspasó a los chinos su bar restaurante de la plaza Emperador Carlos I.

Al primer almuerzo del año en curso nos invitó Jesús Borque, de sobras conocido por todos, casado con mi prima Conchita Alda. Ángel Ramos, marido de mi hermana Maricarmen Alda, fue quien pagó el segundo almuerzo del mes de enero. El tercer encuentro lo hicimos en mi casa, según costumbre. Elegí la fecha del 23 de enero, festividad de san Ildefonso, porque era el santo y cumpleaños de mi padre, Ildefonso Alda. Ese día hubiera cumplido 104 años, veinte más que mi tío José, el único hermano vivo, al que le llevaba 20 años justos. Desde el cielo disfrutaría viéndonos a los del pueblo celebrar su cumpleaños juntos ante una buena mesa y con un buen vino.

A los almuerzos, regularmente, asistimos Paco Bosque, Roque Martín, Jesús Borque, Ángel Ramos, José Alda, el más veterano de todos, Juan de Cetina, cuñado de Jesús Borque, un servidor, Carlos Alda y recientemente se nos ha apuntado Máximo Nieto Alda, que vive a hora en las Delicias en Zaragoza. A veces asiste, si está de vacaciones, José Luis Nieto Alda. Al último almuerzo Máximo trajo a su consuegro, Jesús, natural de Alhama de Aragón. Al que invitamos a unirse a nuestro grupo. Los dos están muy felices porque recientemente han sido abuelos de una nieta preciosa.

El menú de los almuerzos es siempre el mismo: un surtido de chorizo, longaniza y morcilla puestos en la mesa para compartir y dos huevos fritos por barba con jamón y patatas fritas. Saboreamos un buen vino de la tierra y después nos tomamos nuestro café, cortado, carajillo, copa de coñac o chupito de orujo. Ya bien comidos y bien bebidos disputamos nuestras partidas de guiñote con entusiasmo, alegría y acalorados comentarios o discusiones.

El día de san Ildefonso, además del almuerzo, a eso de las tres de la tarde celebramos una comida de hermandad. Se fueron mi tío José y Jesús de Alhama, pero se incorporaron José Luis Nieto y Salva Nieto que venían de trabajar con muy buen apetito. En el primer plato compartimos unas judías blancas con morro y oreja que estaban buenísimas. Para segundo plato degustamos deliciosos codillos guisados a las finas hierbas. De postre piña, para desengrasar y en el café endulzamos la vida con mazapanes “Conchita” de la casa “Peces” que todavía quedaban de las últimas navidades. El vino, abundante, consistente, con un buqué   agradable al paladar era de la cosecha de Jesús Borque.

Después de muchos guiñotes, salíamos de la bodega a las siete y media de la tarde,  felices por haber pasado una velada tan agradable.

ZARAGOZA 26 DE ENERO DE 2015.

CARLOS ALDA