sábado, 14 de marzo de 2015

ADIÓS A PILAR CEBOLLA

El jueves despedimos en Godojos a Pilar Cebolla. Reconozco que cada vez me cuesta más escribir estas despedidas, porque cada vez las personas las encuentro más cercanas a mí.
Pilar, cuando yo era niño, vivía con sus padres en la calle Las Eras.  Pilar era prima hermana de mi padre Ildefonso, porque su padre, el tío Salvador, era hermano de mi abuela Petra.
Pilar era una mujer atenta y cariñosa. Siempre te recibía con una sonrisa cuando te veía aparecer por las Cuatro Esquinas. La echaremos en falta cuando volvamos a Godojos y no nos encontremos con su saludo y su sonrisa acogedora.
Muchos familiares y amigos quisimos darle el último adiós en Godojos y acompañar su féretro hasta el campo santo. Tristes y llorosos estaban su marido, Jesús, sus hijos, hermano y sus nietos y nietas. Las campanas tañían con unos sonidos metálicos muy tristes, cuando apareció el coche mortuorio con su cadáver. Las puertas de la iglesia se abrieron de par en par para recibirla. Entonces recordé esa canción religiosa que dice: “Las puertas de la  nueva ciudad se abren para ti, y Dios tu amigo te salvará”. La misa fue sencilla y las oraciones y los cánticos los apropiados para la ceremonia. En estas ocasiones yo siempre echo la vista atrás y me recuerdo de las misas cantadas de difuntos  de hace muchos años. Eran unas melodías tristes, pero llenas de fe, que nos reconfortaban a todos. La fe en estas ocasiones es nuestro único consuelo. Todos los que tenemos fe pensamos que en la otra vida, en la otra ciudad ya no habrá más llanto ni sufrimiento, y que un día nos encontraremos todos felices junto al buen Dios.
La subida al cementerio fue costosa. Cada vez resulta más empinada esa dichosa cuesta. Una vez allí, el sacerdote rezó un responso y puso tierra sobre su caja. Expertos albañiles cubrieron su tumba y, con pena, nos despedimos de Pilar hasta siempre.
Desde estas líneas doy mis condolencias a todos su familiares y sé que todos los nacidos en Godojos sentimos la pérdida de Pilar.
Zaragoza, 14 de marzo de 2015

CARLOS ALDA GÁLVEZ