sábado, 31 de octubre de 2015

ADIÓS A JOSÉ ALDA (MI TÍO)

Al escribir este adiós, hoy me siento doblemente triste. Primero porque despido a uno de Godojos. Segundo porque aquel a quien despido era tío carnal mío.
José Alda Cebolla nació en Godojos hace ochenta y cuatro años. Fue el último hijo de mi abuela Petra y de mi abuelo José. Hermano de mi padre Ildefonso, de mis tías Marcela, Lucila, Prudencia y de mis tíos Eduardo y Pablo. José nació cuando mi padre ya tenía veinte años. Era el pequeño de la familia. Con su muerte hemos perdido al último representante que nos unía a todos los Aldas de la familia.
José vivió en Godojos hasta la muerte de mi abuela Petra en el año 1954. Después se trasladó a Zaragoza, donde en sociedad con su hermano Pablo regentaron hasta su jubilación una tienda de ultramarinos. Se casó con la tía Maruja, que procedía de Nuévalos. De su matrimonio nacieron José Ignacio, Maricruz y María José, que juntamente con sus dos nietas Vero  y Arancha y su nieto Daniel hoy lloran su pérdida.
De joven José trabajaba despachando en la tienda y preparando el pan en el horno de Godojos. En el pueblo le llamaban “Joselillo” y era querido por su carácter abierto, servicial y amable. Uno de Godojos me ha mandado un correo diciendo que sentía mucho la muerte de “Joselillo”, o sea que aún se le recordaba con ese nombre.
El tío José para todos de nuestra familia era un referente. Le queríamos porque siempre estaba muy cercano a nosotros. Sabía nuestra fecha de cumpleaños y nunca se olvidaba de felicitarnos. Nos llamaba muchas veces por teléfono y siempre nos preguntaba por todos los miembros de nuestra familia. Si alguno caía enfermo o estaba ingresado se desvivía interesándose por su salud o subiendo a visitarlo. Se alegraba con  los éxitos logrados  por nosotros o por nuestros hijos y disfrutaba contemplando a la familia unida y viendo que teníamos un pasar confortable.
El tío José se emocionaba fácilmente. Era muy sensible. Le saltaban las lágrimas con facilidad. Tenía muy buenos sentimientos y era profundamente religioso. Conservó siempre la fe que le inculcaron de pequeño en Godojos. También se sentía patriota. Recuerdo una anécdota que por las circunstancias que vivimos en España viene al caso. Un domingo, en Miami Playa, fuimos a misa. El sacerdote que celebraba, muy catalanista, empleaba en la misa, casi continuamente, el catalán.  Al terminar el servicio religioso, el tío José no pudo contenerse y pasó a la sacristía a protestar y a afearle al sacerdote su manera de actuar, siendo que, la mayor parte de los que participábamos en la misa, éramos castellano parlantes. El sacerdote le contestó que él amaba mucho a su  lengua y a su patria. El tío le contestó que debería amar más a los fieles que participaban en la misa porque eran personas, que a su lengua y a su patria.
Un capítulo importante para nosotros era su participación en los almuerzos que celebramos un grupo de amigos de Godojos o allegados. El tío José disfrutaba como nadie de ellos. Primero porque se sentía muy a gusto rodeado por todos  y segundo porque sabía saborear los ricos alimentos como nadie. Él siempre decía: “el que come escapa”, y tenía razón. Mientras mantuvo ese buen apetito que le caracterizaba estuvo bien, cuando lo perdió cayó en picado. El miércoles pasado deberíamos haber celebrado el primer almuerzo de la temporada. Paco, el marido de Dolores, que era quien invitaba, al saber que el tío estaba malo lo suspendió. Sus hijas así se lo comunicaron y él se emocionó al conocer lo que el grupo había decidido. Ahora los tendremos que celebrar sin él. Ya nos han fallado unos cuantos. Joaquín por que se ha retirado de ellos y José Antonio, Jorge y Alfonso porque precedieron en este trance a mi tío.  
Nos ha dejado José pero queda entre nosotros su recuerdo y el cariño que siempre nos manifestó. No lo olvidaremos fácilmente. Además de su familia más cercana muchos lo añoraremos y le echaremos de menos. Descansa en paz, querido tío. Tengo fe y sé que donde has ido estarás estupendamente y que Dios, nuestro buen Padre del Cielo, te habrá recibido con los brazos abiertos. Descansa en paz.
CARLOS ALDA

ZARAGOZA 31 DE OCTUBRE DE 2015