miércoles, 22 de junio de 2011

SAN LAMBERTO


SAN LAMBERTO fue un mártir zaragozano. Cuentan la crónicas, que san Lamberto era labrador. Su dueño, al enterarse que era cristiano, le cortó la cabeza con la reja de arado. El santo mártir, tomó la cabeza en sus manos y caminó hasta el refugio que los cristianos tenían en Santa Engracia. Allí cayó al suelo y allí fue enterrado junto con otros muchos mártires. Esto ocurría en el siglo tercero, en la persecución que  el  emperador Diocleciano hizo a la Iglesia.
En Godojos se conserva una pequeña estatua de medio cuerpo del santo. Hace tiempo tenía su cofradía. Su fiesta se celebra el día 19 de junio. Era la primera fiesta en la que venían los gaiteros de Ibdes.
Los cofrades de san Lamberto eran especialmente alegres y bulliciosos. Celebraban su misa con devoción y sacaban al santo con su peana en procesión por todo el pueblo. La procesión iba precedida por el pendón del santo. Recuerdo, siendo niño, que un señor que se llamaba Cipriano, que era el padre de Luis, aireaba, movía y hasta bailaba el pendón con gran maestría. 
El baile del vermut y, sobre todo el baile de la tarde y de la noche estaba muy animado.
En Godojos, salvo en estas pequeñas fiestas, había pocas ocasiones de bailar.
San Lamberto era un santo privilegiado, pues alguien le dejó en herencia una finca. Estaba por Las Fuentes, y se llamaba el pendón de san Lamberto. El padre de Paulino y de Félix, Javielico, lo cultivó varios años. Con lo que producía y la cuota de los cofrades, estos celebraban una estupenda merienda en la bodega.
Creo que el último año que se celebró la fiesta de san Lamberto, con gaiteros, fue en 1970. Yo estaba de maestro en Ibdes. Alfredo, el gran Alfredo, pasó con su yegua a buscar al tío Nevado, el único gaitero que quedaba en el pueblo. Me ofrecí a pasarlo en el coche a él, a la flauta y al tambor. Como el tío Nevado no tenía ya tamborilero, Alfredo se lo ciñó a la cintura y le acompañó tocando por las calles del pueblo. Al atardecer, preparó un sabrosísimo cabrito que nos comimos en la bodega.
Como en aquellos años se trabajaba tanto y tan duro, los jóvenes, mozos y mozas, tenían muchas ganas de fiesta y las aprovechaban al máximo. Recuerdo a mi primo Joselillo, que festejaba entonces con María, que cantaba al día siguiente de la fiesta imitando a los sanfermineros: “Pobre, de mí, pobre de mí, ya se ha acabado la fiesta de san Lambertín.

CARLOS ALDA 

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