jueves, 14 de abril de 2011

RECORDANDO LA SEMANA SANTA DE GODOJOS

Cuando yo era niño, esto hace ya demasiados años, Godojos vivía su Semana Santa con mucha devoción y con gran intensidad.
Durante la cuaresma, recuerdo que la gente sacaba la BULAS, para poder comer carne y los chicos y chicas subíamos todos los viernes desde la escuela a la iglesia para celebrar el VIACRUCIS. Cada estación estaba hecha en verso y de tanto oírlas, año tras año, nos las sabíamos de memoria. La introducción decía así:
Jesús, ¡Qué consolación!
Tu me llamas amoroso,
Y yo vengo presuroso
A meditar tu pasión.
Quiero, con gran devoción,
Con gemidos continuados,
Con dolor de mis pecados,
Practicar las diligencias
Y ganar las indulgencias,
Por los vivos y finados.

Los chicos rezábamos y esperábamos las estaciones  3ª, 6ª y 9º, las tres caídas de Jesús, para tirarnos al suelo con estrépito y besar la tarima.

EL DOMINGO DE RAMOS
El domingo de Ramos, después de la misa y de la procesión con los ramos de olivo, un grupo de hombres  ponían el MONUMENTO. El monumento de Godojos estaba formado por tres arcadas abocinadas, un cuadro de fondo, dos puertas con montante encima y la espina que coronaba el arco principal y que representaba el momento en que Pilatos presenta a Jesús al pueblo junto a Barrabás. Jesús aparece vestido con un manto de púrpura y coronado con una corona de espinas. Pilatos pronuncia la frase “Ecce Homo”. He aquí al hombre. El resto de representaciones lo formaban centuriones romanos y diversos símbolos de la pasión: látigos, columnas, corona de espinas, luna convertida en sangre, sol oculto entre negros nubarrones, el gallo que cantó cuando las negaciones de Pedro…
El lunes, martes y miércoles santo no se hacía nada especial, salvo asistir a maitines, adornar el monumento y preparar litros y más litros de limonada, para beberla los días de jueves y viernes santo.

FIGURAS DE LA SEMANA SANTA

LAS MOZAS DEL SEÑOR, LOS ÁNGELES, LOS CENTURIONES, LOS CAPUCHINOS Y LOS MONAGUILLOS.

LAS MOZAS DEL SEÑOR
Ser moza del Señor era un oficio agradable. Casi todas las mozas del pueblo, un año u otro lo eran.
Su función principal era adornar el monumento. Para ello, con tiempo suficiente sembraban en un gran número de macetas lentejas y más lentejas. Las dejaban en un cuarto oscuro y las regaban convenientemente. Las lentejas, al no recibir la luz solar, crecían más amarillas que la cera y resultaban bonitas para adornar el monumento. Además se traían hermosas macetas de calas, que tenían las tías de Joaquín, “Las Elías” y se llenaba el monumento con luces y velas abundantes. Quedaba espectacular. Las mozas del Señor, ataviadas con sus negras mantillas, vigilaban para cambiar las velas cuando se apagaban o consumían. También repartían cabos de vela para las procesiones.
Cuando alguna moza del Señor se acercaba al monumento, si al centurión de guardia le hacía “tilín”, daba un fuerte golpe con la pica en la tarima de la iglesia y la moza sonreía agradecida.
En Pascua, celebraban una merienda con las propinas que habían recogido y con el dinero que habían sacado vendiendo la cera sobrante y la que habían tenido que rascar de las tarimas del monumento y de la iglesia.

LOS ÁNGELES
Siempre eran dos niños. Algunas casas guardaban los vestidos, las coronas y las alas. Un ángel llevaba una escalerilla y el otro una especie de báculo. Ambos estaban recubiertos de papeles azules y blancos, quedaban muy bonitos.
Salían en la procesión del Jueves Santo y cantaban unos versos, con una melodía monótona reiterativa, en los que se sintetizaba la pasión de Jesús. Recuerdo que empezaban así:
Viendo Jesús Nazareno
Que era ya el tiempo llegado,
De hacer la redención,
A todo el género humano,
Se despidió de su madre
Y al cuello le echó los brazos:
Madre yo voy a morir
Pues mi Padre lo ha ordenado.
………………………………

Los ángeles tenían derecho a dos suculentas meriendas, una el Domingo de Ramos y otra el Jueves Santo. Yo que fui ángel varios años, lo que más  recuerdo de la merienda era el plato de natillas con canela, que siempre nos daban de postre.

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