viernes, 15 de abril de 2011

GODOJOS Y EL RELOJ DE LA PASION

     Las manifestaciones artísticas, plásticas, musicales o poéticas, en la Semana Santa, son enormemente ricas y en cada pueblo se presentan con peculiaridades determinadas.
   En Godojos, aparte de la procesión del Jueves Santo, con el canto del miserere, tiene hondas raíces y aprecio unánime, la recitación de las horas de reloj.
   En veintisiete estrofas de cuatro versos, de arte menor, se relata paso a paso la Pasión del Señor .Empieza a las siete con la Cena del jueves y termina a las seis con el Entierro del viernes. Se completa con una estrofa de introducción y dos finales, una dedicada a  la soledad de María y la última a la despedida o conclusión, llena de buenos propósitos.
   Su estilo es sencillo, claro, didáctico, catequético, lleno de imágenes reales y vivas.
Junto a ripios y rellenos pobres, tiene otros versos llenos de inspiración y belleza, con imágenes de fuerza inusitada.
   Emplea muchas veces el paralelismo de los salmos bíblicos, con cadencias fáciles y musicales.
   Lo cantan  los solistas con una música melodiosa, triste y pegadiza. Y repite el pueblo, haciendo de coro, los dos últimos versos, que sirven  invariablemente como estribillo.
   La tonadilla se presta para hacer dúos, sextas y octavas,  con lo que la riqueza, que nace del sentido musical y  buen oído del pueblo, resulta armoniosa y agradable.
     Tu pasión, Jesús mío,
    comenzar quiero,
    porque alumbren  tus pasos,
    mis desaciertos.
   A las siete, la Cena,
los pies lavaste.
Limpie tanta impureza
tu hermosa sangre.
    Son bonitos los  dos últimos versos de cada estrofa.  El pueblo vibra con ellos,  vive la Pasión,  y desde el primer momento la aplica  a su vida como  verdadera purificación o catarsis.
    A las nueve, el mandato,
    Qué e arroja llamas.
    ¡Oh|, que dulce dispones,  
    Que tierno mandas,

    Qué forma más bella de recordar el mandamiento del amor.
    De Pilatos a  Herodes vas a las siete.
    A vestirse de loco
    Quien me enloquece.
La figura final es digna de Santa Teresa. Recuerda sus paradojas de<<Vivo sin vivir en mí…>>
    A  las once te cargan con el madero,
    Y caíste tres veces por mis tropiezos.
  Abundan las alusiones al pecado y a su redención, así como a los sufrimientos de Cristo por esa causa.
    A las cuatro, una lanza tu pecho hiere;
    de  esta fuente, alma mía,
    vive el que bebe.
  Hermosa la imagen del costado de Cristo como fuente.
Muy  poético el juego de palabras <<vive el que bebe>>.
    De la cruz a las cinco te desclavaron.
    ¡Oh!  Difunta hermosura, ven a mis brazos.
    A las seis te sepultan.
¡Oh, Madre tierna!
tan  llena de aflicciones,
sola te quedas.
Sola, triste has quedado,
¡reina del  cielo!
Llore sangre la Luna
que  el  Sol se ha puesto.
La imagen ya no puede ser mas gráfica, bíblica, real y alusiva a la muerte de Cristo como verdadero  sol del mundo.
      Pasión  se concluye;
    Solo nos falta
    que a los golpes y avisos
    despierte el alma.
Despertar, renacer,abrir  las puertas. Está la idea dentro de la temática de toda poesía religiosa clásica,sobre todo los sonetos de Lope:
    Pastor que con tus silbos amorosos,
    ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
Mientras se canta  la Pasión, el pueblo adora  la Cruz y revive lo que siempre ha oído de los sufrimientos  de Cristo. Son imágenes  que entran por los oídos, lo mismo que en los pasos andaluces o castellanos les entran por los ojos.
  Tal vez nuestro pueblo, formado por hombres y mujeres más intimistas, menos plásticos ,mas difluentes, necesite estas imágenes auditivas, más profundas que las visuales.
  Podemos afirmar que nosotros estamos más cerca  de la imaginación auditiva  de Milton,  en su <<Paraíso perdido>>.
  Los andaluces se identificarían más  con la imaginación visual de Dante en <<La Divina comedia>>.
   CARLOS ALDA GÁLVEZ



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