jueves, 3 de febrero de 2011

LA FIESTA DE SAN BLAS

La fiesta de san Blas y las fiestas de las “Meriendillas” eran sin duda las fiestas en que más disfrutaban los chicos de Godojos
San  Blas era una fiesta machista. Participaban solamente los niños, las niñas estaban excluidas. Además el gallo era un fanfarrón de tomo y lomo que se permitía, antes de morir, contar lo que había descubierto en sus andanzas por el pueblo.
Desde el balcón del Ayuntamiento hasta el balcón de la casa de mi abuela, la tía Petra, se tendía una gran soga que cruzaba toda la plaza. En medio, bien atado de las patas colgaba el infeliz gallo que irremediablemente iba a ser ejecutado.
Durante semanas, los chicos mayores de la escuela íbamos echando el ojo al mejor gallo del pueblo. Lo comprábamos pagándolo a precio de oro. Un año ganó “El Goyo”, que era grandísimo corredor tres pollos estupendos y se presentó en el pueblo tan ufano con ellos. La tía Paca, que era su madre nos vendió el más hermoso.
Después de Navidad, todos los chicos nos buscábamos los rapsodas del pueblo para que nos compusiesen las canciones. Fueron famosas las canciones que componía el “Tío Sebastián”  marido de la tía Chana. Mi padre se supo siempre la última que le compuso, cuando ya se despidió de la fiesta del gallo por salir de la escuela.
Nos gustaban las canciones un poco picantillas o picardiosas en las que se contaban diversas alcahueterías y chismes de las personas que vivían en el pueblo. Ahí salían fiestas, borracheras o merluzas, nuevos o futuribles noviazgos, algún embarazo  de penalti. El gallo se enteraba de todo y los chicos lo cantábamos en voz alta. “El Pedrillo” compuso canciones  muy aplaudidas por su gracia y por su atrevimiento.
Los más pequeños cantaban canciones inocentes como esta:
De Zaragoza he venido,
Corriendo a matacaballo,
Que los chicos de este pueblo
Dicen que matan un gallo.
Si lo matan que lo maten,
Yo también lo mataré.
Con el filo de mi espada
El cuello le cortaré.

O esta otra:
Gallo que estás en la soga
Con la cresta colorada,
Te voy a cortar el pico
Pa que no comas cebada.

Al terminar las canciones los chicos atacábamos con una espada que nos dejaba el Sr Pascual al pobre gallo que estaba colgado. Desde los balcones los mozos agitaban las cuerdas y difícilmente tocábamos tan siquiera al gallo.

Terminadas las canciones se bajaba el gallo, alguna persona mayor le estiraba el cuello y el pobrecito terminaba sus días. Después con el gallo a cuestas íbamos de casa en casa pidiendo dinero y cosas para la merienda.<<<las personas quew se habían sentido algo ofendidas no nos daban nada. La madre de alguno de los chicos guisaba el gallo y celebrábamos una gran merienda. Invitábamos al maestro y el día terminaba feliz.
Se me olvidaba. Por la mañana habíamos ido a misa a pedir a san Blas que nos cuidara la garganta.

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