jueves, 30 de enero de 2014

GODOJOS, SIEMPRE GODOJOS.

Estamos a finales de enero y Godojos ya ha pasado sus buenos días de frío. Ha nevado en Godojos. Las heladas han sido fuertes y los “chorlítos” o carámbanos  han colgado como trofeos del frío invierno de las canaleras de nuestros tejados. Pero no importa el frío. En las casas se resiste  bien. Hay mucha leña, leña abundante. Buenas cepas, troncos secos de almendros y de cerezos, estufas clásicas y eléctricas, calefacción individual.
Hace ya muchos años la leña era fundamental en Godojos. Las aliagas, los espliegos, los sarmientos, las cepas, cualquier producto del campo que pudiera arder en el hogar. Recuerdo cómo lloraban  los sarmientos aún verdes, cómo crepitaban las aliagas. Qué papel tan importante desempeñaban las aliagas en las matanzas de los cerdos. Además de servir para calentar el agua en las calderas para pelarlos o para cocer las morcillas, servían, como teas, para quemar los pelos del morro o de otras partes que habían quedado después de pelarlos.
No es descriptible la alegría de las matanzas, que en Godojos se celebraban sobre todo en Diciembre y Enero. La gente tenía otra cara. Se le veía más satisfecha, tal vez porque la alimentación era mejor, porque se comía con más sustancia, porque se ingerían más calorías, porque se saboreaban más los alimentos. ¿Quién no disfrutaba comiéndose las degolladuras en el almuerzo de la mañana en que se mataba el cerdo? ¿A quién no le gustaba las morcillas de arroz, las morcillas de hígado, las tajadillas de papada o los chorizos y longanizas? ¿Qué chico no disfrutaba sobando la vejiga, hinchándola con una paja y dándole patadas después?
Benditos cerdos que tanto hambre quitasteis en el pueblo y que tantas alegrías nos disteis en aquellos tiempos duros, pero llenos de vida y felicidad en Godojos.
Se aproximan las fiestas de La Candelaria y de san Blas. Las dos se celebraban en Godojos el día de La Candelaria los niños y niñas subíamos a misa desde la escuela, nos daban un cavo de vela, que era nuestra candela y asistíamos a la procesión por la iglesia con nuestro cavo encendido. El trocito de vela que nos quedaba lo guardábamos como oro en paño, por si alguna vez se iba la luz en casa.
El día de san Blas era la fiesta de los chicos. Realmente era una fiesta machista, que ahora la prohibirían, porque solamente participábamos los chicos. La preparábamos con más de un mes de anticipación. Buscábamos el mejor gallo y pedíamos a los versificadores del pueblo que nos hicieran nuestra canción. El gallo se recorría todo el pueblo, desde las casas del Portón hasta la del tío Bernardo y contaba todo lo que merecía la pena contar que pasaba en ellas. Era una fiesta muy divertida culminada con una estupenda merienda.
Bueno, esto son algunos recuerdos de Godojos, que me apetece escribirlos aquí y que sé que a muchos les gustará volver a vivirlos aunque sea simplemente leyéndolos.
Zaragoza, 30 de enero de 2014.

CARLOS ALDA

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