El último sábado de noviembre despedimos en Calatayud a
Isabel. Isabel llevaba ya años perdida en el mundo de la desmemoria. Me consta
que sus hijas, su hijo y su marido, mi querido primo Manuel, la cuidaron con
mimo hasta el último momento.
En su misa funeral y entierro estuvimos varias personas del
pueblo para darle el último adiós y rezar por ella. Pero sobre todo estaban sus
hijas: Esperanza, Asunción, Clarita, Manuela, su hijo Manuel, su marido y sus
nietos y nietas llenos de emoción y de pena por la desaparición de alguien tan
querido para ellos. También estaban otros familiares: Luis, su hermano, con su
familia y los hijos de mi primo José, Hermano de Manuel.
Yo de Isabel no tengo más que buenos recuerdos. Era una moza
alegre, trabajadora, dispuesta. Trabajó en casa de mi abuela en el horno y hay
que ver cómo la querían todas las mujeres que venían a hacer pan, por lo competente,
cariñosa y servicial que era.
La familia de Isabel era una familia querida en el pueblo. Me
recuerdo de su padre, Cipriano, de su madre, Manolica, de sus hermanos,
Mariano, Paco, Benedicto, Carmela y Luis
Isabel se casó con mi
primo Manuel. Creo que de recién casados vivieron en una casa que tenían mis
padres en las Cuatro Esquinas, que fue casa de mi abuelo “Royo”, abuelo también
de Manuel. En aquel tiempo, Godojos estaba en su máxima población, y no quedaba
una sola casa libre. La pareja tuvo rápidamente varias hijas y un hijo a
quienes cuidaron con cariño y esmero.
Años después, el matrimonio se trasladó a vivir a Calatayud,
donde Isabel fue muy querida por todos los que tuvieron relación con ella. Allí
crecieron sus hijos y consiguieron hacerse un buen porvenir. Aún vivía mi tío
Emilio, padre de Manuel, cuando estuve viéndolo en su casa de Calatayud. Isabel
me trató con todo el cariño del mundo. Lástima que la vida nos haya llevado a
cada uno por distintos sitios y no hayamos podido, sus amigos y su familia de
Godojos, disfrutar más de sus atenciones y de su amabilidad.
Cada día me cuesta más despedir a los que fallecen de
Godojos, los echo a todos mucho de menos y si estos son familia, como en el
caso de Isabel, más que más. Desde estas líneas pido una oración y un recuerdo
para ella y mando a mi primo Manuel, a su hijo, a sus hijas y a sus nietos y
nietas un gran abrazo.
ZARAGOZA UNO DE Diciembre de 2015
CARLOS ALDA GÁLVEZ
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