sábado, 16 de abril de 2016

ALFONSO ALDA (FONSITO)


Hoy hace una semana que dimos cristiana sepultura a mi hermano Alfonso. Se nos fue en el mes de abril, cuando la naturaleza brota y renace a una nueva vida. Él también pasó a una NUEVA VIDA, sin hacer ruido, sin molestar a nadie, tal como había vivido siempre.
Mi hermano nació en Godojos  hace setenta y ocho años. Pasó su infancia y parte de su juventud en el pueblo. Él recordaba al pueblo, a los primos, a los amigos y a los años vividos en Godojos con mucho cariño. Como era bueno, en todos los lugares donde estuvo fue feliz y muy querido por aquellos que con él convivieron.
De niño y después de joven fue un gran aficionado al fútbol. Sé que después del trabajo en el campo, junto con otros forofos del pueblo, no dudaba en coger la senda de la “Cuesta” y pasar a Alhama para ver partidos televisados, porque en Godojos no había TV. Recuerdo su alegría cuando consiguió un ping para lucirlo en su chaqueta del Atlético de Bilbao, porque cuando tenía catorce o quince años, era admirador y también hincha de este equipo. Ya viviendo en Zaragoza se hizo socio y seguidor del Zaragoza. Durante muchos años subió domingo tras domingo a la Romareda para presenciar los partidos. La mala racha del equipo le desilusionó y se dio de baja como socio.   
Como buen Godojeño le gustaba jugar al guiñote. Él, que de por sí no era muy hablador, no dejaba de charlar y decir chascarrillos durante las partidas. En los muchos años que veraneó con la familia en Miami Playa, su mayor diversión era participar en las partidas que jugábamos en las terrazas por la tarde  o noche y las que con los amigos jugaba en el chiringuito de la cala. Expresiones que decía como: “papá y mamá”, cuando cantaba las cuarenta o “A esta rata quien la mata”, cuando terminaba la partida y hacía las diez de últimas, quedarán siempre en nuestro recuerdo. Seguro que este verano le echaremos mucho de menos.
Nos recordaremos de él y del cariño que demostraba hacia sus sobrinos y sobrinas así como a los nietecicos que tenemos los hermanos. Disfrutaba dándoles propinas y jugando con los más pequeños.
Fonsito, como todos le llamábamos, tenía una memoria prodigiosa. Cuando teníamos alguna duda sobre gente relacionada con el pueblo, él nos aclaraba las cosas rápidamente. También se recordaba de todas las fiestas, y sabía con mucha anticipación cuando caía la meriendilla, la Semana Santa o la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
En su entierro se volcaron con él los familiares,  todos los del pueblo y también los amigos que conocieron su fallecimiento. Desde aquí, muchas gracias de parte de la familia. Cuando en la vida se siembra bondad, se recoge cariño y agradecimiento. Publico también en estas páginas lo que leía al final de la misa para despedirlo.
Descansa en PAZ  querido hermano. Tus familiares y tus amigos te recordaremos siempre con cariño y pediremos a Dios que te dé el descanso eterno.
ZARAGOZA 17 DE ABRIL DE 2016

CARLOS ALDA GÁLVEZ 

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