Con la Semana Santa Godojos rejuvenece, se puebla de nuevo,
se llena de gente.
Este Jueves Santo ha cumplido con
creces el dicho tantas veces repetido de los tres JUEVES QUE RELUMBRAN MÁS QUE
EL SOL: JUEVES SANTO CORPUS CRISTI Y EL DÍA DE LA ASCENSIÓN. El día salió
brillante. El Sol lucía con todos sus encendidos y cálidos rayos. El cielo
estaba azul, como sólo se ve en Godojos. Los campos tapizados con el verde de
los trigos y adornados con miles de florecillas. La Naturaleza hacía presagiar
un día estupendo, como así fue.
¡Cuántos encuentros! ¡Cuántos
besos y abrazos! Amigos y convecinos, que hacía tal vez años, que no nos
habíamos visto, nos reencontramos llenos
de alegría.
Bajamos al bar a tomar el vermut
y los aperitivos. Comimos en las bodegas, donde las chuletas y papadas asadas
con sarmientos saben mejor que en el más selecto restaurante. Hablamos,
contamos anécdotas, preguntamos por los presentes y por los ausentes. Bebimos
el sabroso tinto que todavía se hace en Godojos, nos lo pasamos muy bien.
Volvimos al bar para tomar café y jugar la partida de guiñote antes de ir a la misa
del Jueves Santo y a la procesión.
A las cinco en punto, hora muy
torera, muchos acudimos a celebrar la ÚLTIMA CENA DEL SEÑOR. El joven sacerdote
nos habló del alimento, de su importancia y de cómo Jesús se había quedado para
siempre con nosotros, para que lo comiésemos y nos sirviese de alimento para la
VIDA ETERNA. Al terminar la misa llevamos al Santísimo a la capilla del Cristo
donde está improvisado el Monumento. Se cantó El PANGE LINGUA Y EL TANTUM ERGO SACRAMENTUM. Yo me
recordaba de los tiempos en que se ponía el Monumento, esa joya que me supongo
que estará guardada en alguno de los cuartos de la iglesia. Las MOZAS DEL
SEÑOR lo adornaban con macetas de
lentejas germinadas en la oscuridad y con calas y geranios, así como con muchas
velas encendidas. Los CENTURIONES hacían guardia vestidos con los uniformes
romanos.
Empezó la procesión. Manolo iba
abriendo paso con el Cristo que hay en la entrada. Tres CAPUCHINOS, vestidos
con su hábito morado de penitencia, llevaron la Cruz de madera imitando a Jesús
y a los Cireneos. Mucha gente y con mucho respeto recorrimos el camino marcado. En la calle de LA
AMARGURA, Jesús se encontró con su Madre, la VIRGEN DE LOS DOLORES. Hasta este
año no me había fijado en lo guapa que
es. Se parece a las Vírgenes andaluzas. ¡Qué encuentro tan emocionante! La
Dolorosa llevada por mujeres y su Hijo llevando la Cruz en que va a ser
crucificado. Sin quererlo, dirigí mi vista hacia la ventana de la casa de tío
Federico, donde este día, entre dos farolillos rojos, se asomaba su mujer
luciendo un blanco fantasmagórico, que nos llenaba de miedo cuando éramos niños. Al volver a la iglesia y dejar la CRUZ junto al Sagrario, un grupo numeroso cantamos
emocionados LAS HORAS DEL RELOJ. En esas
horas recordamos toda la PASIÓN DE JESÚS, desde el lavatorio de los pies en la
ÚLTIMA CENA, hasta la sepultura y La SOLEDAD DE LA VIRGEN MARÍA. Debió gustar mucho porque al terminar todos
prorrumpieron en un sonoro aplauso. El sacerdote nos aplazó a todos al
VIACRUCIS del VIERNES SANTO por la mañana.
Terminados los oficios religiosos
pasmos una tarde fenomenal. Fue el momento de COMPARTIR. Toñete abrió su bodega
para todo aquel que quisiera gustar su rica limonada, sus cervezas sus pastas y
sus frutos secos. Estuvimos un buen rato haciendo aprecio a todo que nos
ofreció. Desde allí nos bajamos a la bodega de Fermín, donde volvimos a probar
la sin par limonada acompañada de algo bueno para que empapara dentro del
cuerpo. Uno metros más arriba está la bodega
de David y María Teresa, recién estrenada. Una gozada de bodega. También nos
obsequió lleno de alegría y entusiasmo con la imprescindible limonada y un
montón de cosas. Salimos contentos alabando lo bien que le había quedado su
obra y nos dirigimos a la de Jesús, nuestro querido “Cañas”, donde su sobrino
Tomás nos llenó los vasos de una limonada tan buena o mejor que las anteriores.
Las mujeres por su parte hicieron
otro recorrido. Primero estuvieron en la bodega de Ester, después en la de Pili
y terminaron en la nueva de María Teresa. Bebieron limonada y comieron ricas
TORRIJAS, muy propias de la Semana Santa y sabrosa LECHE FRITA, además de
rosquillas y frutos secos. Me han dicho que Casi las invitó el Viernes a su
salón-bodega, donde las obsequió divinamente.
Ambos grupos terminamos muy contentos,
no sólo por la alegría que produce la dulce limonada, sino por la alegría de
juntarnos todos y compartir en buena armonía nuestras costumbres y tradiciones.
Yo me vine a Zaragoza ya de
noche, pero me supongo que el VIERNES SANTO, celebrarían el VIACRUCIS los
OFICIOS Y LA PROCESIÓN CON EL CRISTO YACENTE, con gran devoción y que después
volverían a compartir su amistad y la alegría de haberse encontrado en estos
días tan tradicionales y señalados.
ZARAGOZA, 18 DE ABRIL, DÍA DE
VIERNES SANTO
CARLOS ALDA
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/A
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