ADIÓS, ALFONSO, ADIÓS.
Querido primo y amigo Alfonso: Te nos has ido de repente,
sin hacer ruido, sin molestar a nadie, por sorpresa. En el último cumpleaños
que celebramos, Jesús Borque nos dijo que estabas un poco indispuesto y que por
ese motivo no nos acompañabas. ¿Quién iba a esperar este desenlace? El día 22
cumpliste ochenta redondos años. El grupo de amigos de Godojos pensábamos
celebrarlo por todo lo alto, y ya ves,
en tres días todo se truncó. Te has ido y has dejado un hueco importante en
nuestro grupo.
Alfonso, te echaremos de menos. Había cosas en ti que no se
pueden olvidar fácilmente. Siempre fuiste generoso y comprensivo con el grupo.
Disfrutabas como cualquiera comentando cosas del pueblo, almorzando con los
amigos o jugando al guiñote. Sabías disculparte cuando tenías que ir a recoger
a tus nietos o llevar a tu mujer al médico.
Alfonso, tú siempre fuiste un hombre afable, de sonrisa
amplia, de corazón generoso, amigo de tus amigos y siempre prudente en tus
comentarios e intervenciones.
Hace ya muchos años, recién llegado a Zaragoza, recuerdo las
veladas en casa de tus hermanas Feli y Rosario. Todavía vivía tu padre, el tío
Justo, hermano de mi abuela Petra. Muchas noches de invierno nos pasábamos y
jugábamos a las cartas con tus hermanos Justillo y Ángel. Tú hacía poco que te
habías casado y estabas en tu casa con tu mujer y tus hijas. Eran otros
tiempos, todos éramos jóvenes y llenos de vida.
Hoy en el tanatorio, junto a tu cuerpo sin vida y viendo a
tanta gente que te quería he pensado en todas estas cosas. Mañana iremos a
decirte adiós en la misa de “Corpore in sepulto” y elevaremos al cielo una
oración por tu alma. Los que tenemos fe en la otra vida, sabemos que tú estás
ya disfrutando de la maravillosa presencia de Dios, te lo has merecido porque
has sido una persona buena y honrada. Ayer, en Godojos, las campanas tañeron
tristes y plañideras por tu ausencia, pero a la vez nos recordaron, que también
saben repicar a gloria, cuando alguien como tú pasa a la otra orilla donde ya
no hay tristeza, ni dolor ni lágrimas,
sino solo alegría, paz y felicidad.
DESCANSA EN PAZA QUERIDO ALFONSO. ¡HASTA EL CIELO!
CARLOS ALDA
ZARAGOZA, 26 DE ENERO DE 2013
Querido Carlos Alda soy una de las hijas de Alfonso y te doy en el nombre de mi hermana y en el mío las gracias por una despedida hacía mi padre tan emotiva. Estoy llorando mientras te escribo, pero también soy creyente y creo que estará en el cielo mirando por todos a los que nos quería. No podías describirlo mejor de lo que lo has hecho, pues él era una persona muy especial.
ResponderEliminarGracias Carlos
Mª Angeles Cebolla