En el restaurante Candelas, del barrio de Las Fuentes, hemos
celebrado hoy, día 11 de noviembre,
festividad de san Martín, el primer almuerzo del curso. El día de san Martín es
una fecha importante en el calendario de otoño. Por una parte está el “veranillo de san Martín”, aunque este año no
lo disfrutamos en el valle del Ebro debido a las fuertes nieblas. Por otra está
el dicho: “A cada cerdo le llega su san Martín” esto indica que las matanzas
del tocino están ya próximas. Que importante eran los cerdos en Godojos.
Gracias a ellos no pasábamos hambre.
Para celebrar bien estas fechas hemos empezado el almuerzo
saboreando unos torreznillos y unas
morcillitas fritas, que estaban buenísimas. Después hemos continuado con lo de
siempre: el par de huevos fritos con jamón o con longaniza. Todos hemos dado cuenta
de ello con buen apetito y hemos disfrutado bebiendo un buen vino de la tierra.
En este primer almuerzo hemos recordado con cariño y con
añoranza a nuestro tío José Alda, que falleció hace pocos días. Él gozaba como
nadie de estas reuniones. Primero porque era muy cariñoso y familiar y le
encantaba estar con todos nosotros. Segundo porque disfrutaba como nadie
degustando las buenas viandas con las que nos maltratamos en estas ocasiones.
Hoy invitaba Paco Bosque, marido de Dolores Cebolla y hemos
participado Roque, Jesús Borque, su cuñado Juan, mi hermano Alfonso, Ángel
Ramos mi cuñado y un servidor. Máximo Nieto no ha podido estar porque todavía
no ha realizado todas las labores en el pueblo. La realidad es que de los
participantes en estos tradicionales almuerzos ya nos han dejado cinco,
porque han pasado a la otra orilla. También
nos abandonó Joaquín, no porque se le haya pasado el apetito y las ganas de
acompañarnos, sino porque ya se siente un poco mayor. Desde estas líneas hago
un llamamiento a los jubilados, amigos o simpatizantes con esta peña de Godojos,
para que se apunten y participen en estos sustanciosos almuerzos.
Hemos terminado el almuerzo tomando nuestros cafés y copas
correspondientes y unos bombones y varitas de turrón con los que nos ha obsequiado
Paco. Después aún nos ha dado tiempo para jugar una partida de guiñote y poner
una cuota para jugar a la primitiva en recuerdo de nuestro tío José que siempre
nos animaba a hacerlo.
Ha sido una mañana estupenda. La amistad es uno de los
mayores valores de la vida.
CARLOS ALDA
ZARAGOZA, 11 DE NOVIEMBRE DE 2015