Al escribir este adiós, hoy me siento doblemente triste.
Primero porque despido a uno de Godojos. Segundo porque aquel a quien despido
era tío carnal mío.
José Alda Cebolla nació en Godojos hace ochenta y cuatro
años. Fue el último hijo de mi abuela Petra y de mi abuelo José. Hermano de mi
padre Ildefonso, de mis tías Marcela, Lucila, Prudencia y de mis tíos Eduardo y
Pablo. José nació cuando mi padre ya tenía veinte años. Era el pequeño de la
familia. Con su muerte hemos perdido al último representante que nos unía a
todos los Aldas de la familia.
José vivió en Godojos hasta la muerte de mi abuela Petra en
el año 1954. Después se trasladó a Zaragoza, donde en sociedad con su hermano
Pablo regentaron hasta su jubilación una tienda de ultramarinos. Se casó con la
tía Maruja, que procedía de Nuévalos. De su matrimonio nacieron José Ignacio,
Maricruz y María José, que juntamente con sus dos nietas Vero y Arancha y su nieto Daniel hoy lloran su pérdida.
De joven José trabajaba despachando en la tienda y preparando
el pan en el horno de Godojos. En el pueblo le llamaban “Joselillo” y era
querido por su carácter abierto, servicial y amable. Uno de Godojos me ha
mandado un correo diciendo que sentía mucho la muerte de “Joselillo”, o sea que
aún se le recordaba con ese nombre.
El tío José para todos de nuestra familia era un referente.
Le queríamos porque siempre estaba muy cercano a nosotros. Sabía nuestra fecha
de cumpleaños y nunca se olvidaba de felicitarnos. Nos llamaba muchas veces por
teléfono y siempre nos preguntaba por todos los miembros de nuestra familia. Si
alguno caía enfermo o estaba ingresado se desvivía interesándose por su salud o
subiendo a visitarlo. Se alegraba con
los éxitos logrados por nosotros
o por nuestros hijos y disfrutaba contemplando a la familia unida y viendo que
teníamos un pasar confortable.
El tío José se emocionaba fácilmente. Era muy sensible. Le
saltaban las lágrimas con facilidad. Tenía muy buenos sentimientos y era
profundamente religioso. Conservó siempre la fe que le inculcaron de pequeño en
Godojos. También se sentía patriota. Recuerdo una anécdota que por las
circunstancias que vivimos en España viene al caso. Un domingo, en Miami Playa,
fuimos a misa. El sacerdote que celebraba, muy catalanista, empleaba en la
misa, casi continuamente, el catalán. Al
terminar el servicio religioso, el tío José no pudo contenerse y pasó a la
sacristía a protestar y a afearle al sacerdote su manera de actuar, siendo que,
la mayor parte de los que participábamos en la misa, éramos castellano
parlantes. El sacerdote le contestó que él amaba mucho a su lengua y a su patria. El tío le contestó que
debería amar más a los fieles que participaban en la misa porque eran personas,
que a su lengua y a su patria.
Un capítulo importante para nosotros era su participación en
los almuerzos que celebramos un grupo de amigos de Godojos o allegados. El tío
José disfrutaba como nadie de ellos. Primero porque se sentía muy a gusto
rodeado por todos y segundo porque sabía
saborear los ricos alimentos como nadie. Él siempre decía: “el que come
escapa”, y tenía razón. Mientras mantuvo ese buen apetito que le caracterizaba
estuvo bien, cuando lo perdió cayó en picado. El miércoles pasado deberíamos haber
celebrado el primer almuerzo de la temporada. Paco, el marido de Dolores, que
era quien invitaba, al saber que el tío estaba malo lo suspendió. Sus hijas así
se lo comunicaron y él se emocionó al conocer lo que el grupo había decidido.
Ahora los tendremos que celebrar sin él. Ya nos han fallado unos cuantos.
Joaquín por que se ha retirado de ellos y José Antonio, Jorge y Alfonso porque
precedieron en este trance a mi tío.
Nos ha dejado José pero queda entre nosotros su recuerdo y el
cariño que siempre nos manifestó. No lo olvidaremos fácilmente. Además de su
familia más cercana muchos lo añoraremos y le echaremos de menos. Descansa en
paz, querido tío. Tengo fe y sé que donde has ido estarás estupendamente y que
Dios, nuestro buen Padre del Cielo, te habrá recibido con los brazos abiertos.
Descansa en paz.
CARLOS ALDA
ZARAGOZA 31 DE OCTUBRE DE 2015