VIRGEN DE ESPERANZA
El
día quince de diciembre celebramos anticipadamente el día de la Virgen de
Esperanza, Patrona de Godojos.
Desde
tiempos inmemoriales, la víspera se hace una gran hoguera. Antes se encendía
junto a la ermita de la Virgen, ahora se prende en la bajada a la fuente. Los
pocos que tienen la suerte de presenciar la hoguera, disfrutan con el fuego y
con los recuerdos de siempre. Este año soplaba un viento endiablado, que alzaba
a lo alto miles de chispas y ondulaba las potentes llamas que se encrespaban hasta el cielo estrellado
como lenguas insaciables y devoradoras.
Una
vez consumida la leña, sobre las brillantes y encendidas brasas se asaron
papada, morcillas, longanizas y chorizos que se consumieron en amigable
compañía y con buen apetito en el bar del pueblo. También se envolvieron unas
cuantas patatas, que bien asaditas y sazonadas con un poco sal están
sabrosísimas. Sin duda que los que participaron en la fiesta de la víspera lo
pasaron muy bien.
El
día de la fiesta salió un día precioso. Sol abundante y brillante en Godojos.
Asistimos a la misa casi todos los que estábamos en el pueblo. La Virgen estaba
en su peana recibiéndonos a todos los que quisimos ir a visitarla. Tres
hermosos ramos de flores, encargados por Ester y costeados por ella y por otras
personas generosas la adornaban. El cura mejicano, don Ramón, dijo cosas muy
bonitas sobre María, Virgen de la Esperanza y sobre la confianza en Jesús su
Hijo. Se rezó con devoción. Se cantó con alegría y con voces afinadas y expresivas.
Al final todos contestamos con fe al ¡VIVA LA VIRGEN DE ESPERANZA! ¡VIVA! Que
el sacerdote repitió tres veces.
La
procesión fue emocionante. Llevar a la Virgen María de la Esperanza por todas
las calles del pueblo, en compañía de todos los moradores del mismo, fue muy
gratificante. La peana era pesada, pero algunos, como el Avelino, no se
cansaban de llevarla. Fue un acierto de Jesús Monge donar una peana para pasear
a la Virgen por las calles de su pueblo como una vecina más. Antes nunca se le
sacó de su hornacina.
No
es lo mismo ahora que hace años cuando el que escribe esta crónica era niño.
Recuerdo que oía entre sueños los cánticos de la Aurora que cantaban muy de
madrugada por todo el pueblo mi padre Ildefonso, el padre del Borque, Cipriano
y otros incondicionales. Iban bien abrigados, y templaban sus voces con algunos
tragos de anís fabricado por ellos mismos. A las siete de la maña se iniciaba
el Rosario de la Aurora que recorría todo el pueblo, con la cruz, el estandarte
de María y cuatro faroles. A las diez se celebraba misa solemne en la ermita.
La pequeña iglesia estaba abarrotada. Yo me pregunto cómo cabríamos allí,
prácticamente los quinientos habitantes que entonces tenía Godojos. Después las
autoridades tomaban turrón en el ayuntamiento y bebían vino duce y aguardiente.
A los monaguillos nos daban una barrilla de guirlache.
Este
año, después de la misa y procesión, bajamos al salón, donde todos pudimos
disfrutar de un cuantioso y selecto vermut en armonía y buena compañía. Se
suprimió la comida de otros años. Me dijeron que la cuantía se iba a donar a un
banco de alimentos. Desde aquí aplaudo la idea, y felicito a los organizadores
que la tuvieron. La vedad es que con
semejante aperitivo no era necesaria una comida.
Después
de comer, muchos nos reunimos en el bar para tomar café y jugar a las cartas.
Mi prima Conchita y mi mujer casi siempre nos ganan al Borque y a un servidor.
Se agradece coincidir con gente amante del pueblo que viene de Madrid, como
Tomás, su mujer, la nieta del tío Jacobo y familia, o de Barcelona, o de
Zaragoza como Elena. María, Carlos, Domingo, Marisa, Conchita Borque, Maribel,
Carlos el soriano y Olga, Pili y su marido el jarabeño, las hijas y los yernos
de Bienvenido… O los que se pasan desde
Alhama como Amalio, su mujer Rosa,
Máximo y Pili. La hermana de Carlos y su marido. Es gratificante volver a ver
caras conocidas como las de Alicia, Ester, Pascual, Teresa, Santiago, Felisa,
Goya, Goyo, Jesús el “Cañas”, Fermín y su mujer, Bienvenido, esposa e hijo,
Chon y su marido, Puri y Bienve, Armando, Castor, Pilar y Jesús, Luis, su hija
Belén, su nietecito, su mujer y cuñada hermanas de Avelino. Loli, siempre
sonriente y su amigo. Santi, el alcalde, su mujer y su hijo travieso y
vivaracho. Alfredo y su mujer con Nora la niña que juega con todos los mayores
porque es la única niña del pueblo… no sé si me dejo a alguien, bien sabe Dios
que me gustaría nombrar a todos.
Desde
aquí pido por todos a la Virgen de Esperanza, a la que con tanta fe y devoción
rezaron nuestros padres y nuestros abuelos, con las mismas palabras que decía
una canción que se cantaba en este día: “PUES VUESTRO PODER ALCANZA, CUANTO DE
DIOS ESPERAMOS, MADRE DE DIOS, DE ESPERANZA”. Acuérdate de nosotros.
ZARAGOZA
18 DE DICIEMBRE DE 2012. DÍA DE LA
VIRGEN DE ESPERANZA.
CARLOS
ALDA